Todo el mundo conoce a alguien que sigue sobrio después de tomarse varios cubatas y a alguien que ya va contento después de una cerveza.
Ese distinto grado de tolerancia al alcohol a menudo se utiliza con connotaciones de fortaleza y debilidad, pero no tiene nada que ver una cosa con la otra.
Entonces, ¿qué es la tolerancia al alcohol? No es otra cosa que la capacidad que tiene una persona de consumir más alcohol que otras antes de notar sus efectos, según Peter Martin, profesor de Psiquiatría y Ciencias del comportamiento en la Facultad de Medicina de la Vanderbilt University (Estados Unidos).
Estos son los motivos que explican la distinta tolerancia que tiene cada persona:
Influye el sexo, la genética y la cantidad de alcohol que suelas tomar.
Los investigadores han analizado diversos factores para descubrir por qué algunas personas parecen soportar mejor el alcohol que otras.
El sexo y el peso corporal, evidentemente, influyen en la cantidad de alcohol que tolera una persona. Los hombres, por lo general, son capaces de beber más alcohol que las mujeres antes de parecer ebrios. Las personas más grandes también suelen beber más que las personas pequeñas antes de notar los efectos del alcohol.
Pero no son los únicos factores biológicos en juego.
“Algunos piensan que tiene que ver con las enzimas que ayudan a metabolizar el alcohol; otros consideran que tiene que ver con un distinto funcionamiento de los neurotransmisores del cerebro”, señala Martin.
En el caso de los neurotransmisores, la teoría es que los cerebros de algunas personas con gran tolerancia no reciben señales que les digan: “Relaja, que te estás pasando”.
En cuanto a la teoría de las enzimas, “metabolizar el alcohol es un proceso que consta de varios pasos”, según explica Brad Uren, profesor asistente de Urgencias en la Universidad de Michigan.
“Gran parte del alcohol que procesa el organismo lo metaboliza en un principio la enzima alcohol deshidrogenasa, convirtiéndolo en un compuesto llamado acetaldehído. Luego el acetaldehído lo metaboliza la enzima aldehído deshidrogenasa”, expone.
Algunas personas tienen pocas enzimas aldehído deshidrogenasa, lo que facilita que se acumule más acetaldehído en la sangre.
“Esto hace que la piel se enrojezca y que empeoren o aumenten los síntomas comúnmente asociados a la ‘resaca’. Las personas de ascendencia asiática son más propensos a tener esta deficiencia de enzimas”, asegura Uren.
Aparte de todo esto, el cerebro y el organismo en general tienden a adaptarse rápidamente cuando una persona bebe mucho y con frecuencia.
El cuerpo humano “tiene la capacidad de adaptarse al consumo del alcohol”, según Uren. “Esto hace que el alcohol se metabolice más rápido” y que, por tanto, quienes beben alcohol con más frecuencia “parezcan menos ebrios que otras personas que consumen una cantidad similar de alcohol”.
Tener una mayor tolerancia no es necesariamente algo bueno
El primer problema con tener una mayor tolerancia al alcohol es que puede dar una falsa impresión de lo bebida que va una persona. Aunque una persona parezca sobria para conducir o montar en bici solo porque no se tambalea y habla con normalidad, no es una conclusión sólida, ya que la cantidad de alcohol que ha tomado sigue siendo lo importante.
“No es bueno para la seguridad pensar que estas personas están en condiciones de realizar tareas como conducir, que requieren concentración y un tiempo de reacción veloz”, advierte Uren. En estas circunstancias, lo mejor es darle las llaves del coche a alguien que no haya bebido o llamar a un taxi.
No hay que descartar que alguien con gran tolerancia al alcohol que ha bebido mucho no vaya a sufrir las consecuencias a largo plazo.
Sigue habiendo problemas de salud derivados de “la cantidad de alcohol que ha consumido una persona a lo largo de su vida”, según Martin. “Entre estos problemas están la cirrosis, enfermedades cerebrales, neuropatías, pancreatitis, gastritis o incluso cáncer de estómago”.
De hecho, “las personas con más tolerancia, con esa capacidad para beber más, son más propensas a caer en el alcoholismo”, asegura.
Confiar en tu tolerancia al alcohol es peligroso, sobre todo en verano.
En verano conviene tener especial cuidado con el alcohol que consumes, aunque Uren señala que la gente suele beber más en esta estación.
“Las bebidas alcohólicas pueden provocar deshidratación y no deben considerarse un sustituto del agua u otros fluidos cuando haces ejercicio o sales a la calle en los días más calurosos”, insiste.
Beber perjudica la coordinación y el juicio, por lo que deberías “evitar el consumo de alcohol cuando hagas actividades que requieran más concentración y coordinación”, como montar en bici, escalar u otros deportes de verano.
Recuerda que el límite del consumo seguro no lo marca tu tolerancia, sino el volumen total de alcohol ingerido.
El Instituto Nacional de Abuso del Alcohol y Alcoholismo define el consumo excesivo como “beber mucho alcohol en menos de dos horas hasta llegar a una tasa de 0,8 gr/L en sangre”, según Uren. “Una mujer media probablemente alcanzaría esta tasa con cuatro bebidas estándar [una copa de vino, un botellín de cerveza, media copa de whisky…], mientras que un hombre medio necesita cinco bebidas estándar”, calcula Uren.
En general, conviene evitar un consumo de bebidas peligrosas y el consumo irresponsable.
“En hombres de menos de 65 años, tomar más de 4 copas al día o 14 a la semana se considera consumo irresponsable. En el caso de mujeres de menos de 65 años y hombres de más de 65, sería peligroso tomar más de 3 copas al día o 7 a la semana”.
Algo que nunca hay que hacer es intentar mantener el ritmo de personas con más tolerancia que tú.
“Ser capaz de beber mucho se suele asociar con la fortaleza y por eso hay mucho estigma si eres un ‘mal’ bebedor”, resume Martin.
Pero, al parecer, son las personas con más tolerancia quienes deberían envidiar a los ‘malos’ bebedores.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.