Los primeros tres pasos fundamentales
Primer paso. “Lo primero es asegurarnos de que nuestra salud financiera es lo suficientemente buena como para empezar a invertir”, señala De Santiago.
Esto implica tener ahorrados por lo menos seis meses de salario neto, un nivel de deuda adecuado (que las cuotas de tus préstamos, incluida la hipoteca y los pagos fraccionados con tarjetas no sean más del 40 % de tus ingresos netos) y ser capaz de ahorrar por lo menos un 10% de tus ingresos netos, apunta.
Segundo paso. “Tenemos que decidir cuánto dinero queremos invertir y, sobre todo, a qué plazo. Es decir, cuándo vamos a querer recuperarlo, porque en función de eso nos convendrá un tipo de inversión u otro”, señala esta experta.
De Santiago aconseja empezar poco a poco, con una cantidad pequeña al mes, e invertir a largo plazo. “En otras palabras, invertir solo el dinero que no vayas a necesitar en los próximos tres o cinco años”, aconseja.
Tercer paso. De Santiago recomienda comparar. “No hay que quedarse con lo primero que te ofrezca el banco de la esquina, sino pedir ofertas a tres bancos o gestoras distintas para ver qué te ofrece cada uno y asegurarnos de que entendemos bien todos los términos y condiciones y, en particular, los costes”, señala.