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José Luis Perales glosa en el triple álbum “Baladas para una despedida” medio siglo de carrera musical y medio millar de canciones, muchas compuestas para otros, incluso en el caso de una que retuvo para sí por orden de su discográfica y que se convirtió en su mayor éxito, pese a su criterio y el de su mujer.

Altice

“Yo no quería cantarla y a mi mujer tampoco le gustaba nada. La que menos de todas. Al final la grabé y todavía a día de hoy la tengo que interpretar como si alguien me la hubiese compuesto a mí”, reconoce el veterano músico en una charla con Efe sobre “¿Y cómo es él?”.

Cuenta en ella que esas líneas, “¿En qué lugar se enamoró de ti? / ¿De dónde es?”, las escribió pensando en realidad en Julio Iglesias tras recibir una llamada de Ramón Arcusa (Dúo Dinámico), productor entonces del madrileño.

“Era una canción escrita a la medida del momento que vivía, separado desde hacía no mucho, cuando Isabel Preysler ya estaba con el marqués de Griñón. En sus letras siempre ha sido muy íntimo y visceral y los tonos eran muy de él también, pero se la enseñé a mi compañía y me dijeron: ‘Esta la cantas tú y va a ser un trancazo'”, rememora Perales (Castejón, Navarra, norte de España,1945).

Y lo fue, con su voz, igual que “Un velero llamado libertad” o “Te quiero”, temas recogidos en un disco con quince de sus mayores éxitos titulado “Recuerdos”, anexo a otro que bajo el nombre “Retratos” incorpora diez que escribió para terceros, caso de “Por qué te vas” de Jeanette o “Buenos días, tristeza” de Isabel Pantoja.

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“Es un juego eso de trasvestirte en el otro. Hay que conocerlo mucho o al menos la imagen que se tiene de ellos”, señala el manchego, que ha sido sastre de gente tan variopinta como Rocío Jurado, Miguel Bosé y Raphael, para el que escribió “Yo sigo siendo aquel” o “Frente al espejo”.

El tercer vértice de este álbum recopilatorio de Perales es, no obstante, del que más satisfecho se ha sentido, “Melodías perdidas”, una “espina” que se ha sacado al recuperar aquellas canciones no suficientemente ponderadas en su momento y que nunca fueron sencillos “por no ser comerciales”.

“La que más me dolía por ser tan biográfica es ‘Recuerdo un tren’, que cuenta mi salida de mi pueblo para estudiar con una beca en la Universidad Laboral de Sevilla, (sur), un viaje de 14 horas desde Madrid, con una parada para tomar una torta de azúcar y un café en la cantina de la estación. Quizás es la que más me hace llorar”, señala.

Todas estas canciones las ha regrabado. “Mi voz está más madura, las técnicas de grabación son mucho más avanzadas que en el año 70 y tantos y hay un productor especial para mí que es mi hijo Pablo, con una formación excepcional en el Berklee College of Music”, destaca sobre esta obra grabada en Los Ángeles con un equipo de músicos y arregladores americanos dirigidos por el multipremiado español Rafa Sardina.

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“La que no está ni estará nunca es ‘Niebla’. Es la peor canción que he hecho nunca y sin embargo es el origen de mi trabajo como autor. Cuando la terminé en Sevilla con 16 años y la grabé en casete con una guitarrilla a duras penas y con cuatro acordillos que son los que aún me sé, fue cuando me dije: ‘Quiero ser compositor'”, recuerda.

Tras sesenta años de trastear con las notas, algo más de cincuenta de presentarse como solista en un festival de esa universidad que le deparó su primer premio, Perales dice adiós a los escenarios con una gira de despedida.

“Ya con ‘Calma’ (2016) me miré al espejo para confrontar si estaba bien. Entonces mi voz lo estaba, mejor que antes, pero ¿me quedaban cosas por hacer? La respuesta fue volver a mi época más feliz, cuando empecé a escribir para los demás y para mí debajo de una higuera, en la soledad del campo, lejos de la tensión que trae consigo esta profesión”, alega.

Pensar en eso le traía “un aire fresco” que le decía: “Sí, vete, no aguantes demasiado, porque ahora estás bien, pero hay cosas que te tienes que perder”, cuenta.

Eso no significa que vaya a quedarse quieto. Para marzo tendrá una nueva novela lista, la tercera ya.

“Y no podría vivir sin la música. De hecho tengo mi estudio, a mi hijo como productor y cincuenta y tantas canciones pendientes de grabar. Eso no se puede dejar”, precisa.

Javier Herrero /EFE
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