Por Ramón Mercedes
NUEVA YORK – El oficial de la policía neoyorquina Gregory J. Purvis se quitó la vida de un disparo en la cabeza dentro de un apartamento ubicado en el 609 W de la calle 186, entre las avenidas Saint Nicholas y Wadsworth, en el Alto Manhattan. El trágico suceso ocurrió el pasado martes, cuando el agente, quien prestaba servicio en el precinto 30 en Hamilton Heights, no se presentó a su trabajo ni respondió a los llamados de sus compañeros.
Alarmados por su ausencia, sus colegas acudieron a la vivienda donde, al mirar por una ventana, descubrieron su cuerpo sin vida en medio de un charco de sangre. La noticia ha dejado desconsolados a decenas de sus compañeros, quienes lamentan profundamente la pérdida.
Este trágico suceso se suma a las estadísticas de la entidad Archivo de Violencia Armada (GVA), con sede en Washington DC, que documenta incidentes de violencia con armas de fuego en todo el país. Según GVA, hasta la fecha, 50 uniformados han fallecido por balas en Estados Unidos este año, y 227 han resultado heridos.
La muerte de Purvis destaca la creciente preocupación por la salud mental y el bienestar de los oficiales de policía en todo el país, en un contexto de violencia armada que continúa cobrando vidas tanto dentro como fuera de las filas de las fuerzas del orden.