Mientras se aclaran los que debieran aclararse y que curiosamente, con el alto nivel de confusión que demuestran, insisten en reservarse el derecho a decidir sobre nuestra salud y la educación de los infantes; nosotros vamos a olvidar los numerosos desplanes y desorientaciones que nos llegan a través de los medios de incomunicación. Concentrémonos en algunas reflexiones y recursos que tenemos en esta vuelta a clase…en la casa.
Cambiar las palabras.
Lo primero y muy importante es cambiar las palabras. Les proponemos, cuando vayan a iniciar las clases en casa, no decir a los niños que vamos a hacer la tarea, los deberes o homework. Llamarlo, por ejemplo, actividades. Porque la tarea, los deberes o el trabajo en casa no implican precisamente nada demasiado agradable. La palabra trabajar viene del término latino del latín “Tripalium” y no es muy alentador saber que hace referencia a un tormento físico o psicológico. “Tripalium” era un instrumento de tres palos y servía para sujetar animales y torturar a personas.
El tiempo que tengamos siempre es mucho.
¿Recuerdan la frase “cualquier tiempo pasado es mejor”? Pues la cambiamos y decimos que “cualquier tiempo que tengamos es mucho y mejor”. Dedicar un tiempo a realizar actividades cada día con los niños no debiera ser problema. ¿Solo tiene 30 minutos? Pues perfecto. Lo importante es ver con quien contamos en casa y de cuánto tiempo dispone cada uno.
Un espacio para crear…
Esta situación nos permite también crear nuestra propia aula. Para ello no estaría mal contar con los usuarios (algo que no hacen los ingenieros ni los centros docentes). Los niños pueden decir sus colores favoritos, si les gusta leer en una silla o sobre una alfombra o cojín en el piso, etc. Es importante aclarar que no estamos hablando de dinero sino de los recursos que cada cual tiene y del espacio con el que cuenta. Lo importante es diseñar entre todos un rincón agradable para aprender y crear divirtiéndose.
On line no significa en vivo
La irresponsable falta de claridad de los mensajes que se envían a la población, a la que aludíamos al inicio de este artículo, ha creado confusión sobre algo que es indispensable tener claro. Un padre nos decía que no tenía tiempo y que cómo iba a conectarse con su niño en horas de trabajo. Una madre nos hablaba de que no tienen computadora y el celular se calienta.
Es básico pensar en lo que tenemos y no en lo que no tenemos. Lo importante es conectarnos y no que todos nos conectemos de igual forma. A partir de ahí se necesita que las familias frenen a instituciones privada o públicas si tratan de imponerles complicaciones tecnológicas (muchas veces esconden negocios) o exigencias de horarios. Lo sencillo es suficiente y esto se pone en marcha entre los profesores y las familias. De esta forma todos tendrán una respuesta posible y se llegarán a acuerdos y soluciones.
Tengamos siempre presente que On line tiene varios significados, entre otros significa que una computadora está conectada a una red, normalmente internet. Pero no implica que tengamos que acceder a la información a una hora o aplicación determinada. Eso se traduce en que quien sube la información la deja colgada, ya sea en video o texto, para que el usuario acceda a ella cuando pueda y como pueda. No olvidemos que es nuestro derecho el acceso a la información y las autoridades deben garantizar y facilitar el mismo.
¿Perder un año o reinventar la escuela?
Pues no sabemos qué vamos a perder o qué vamos a encontrar. En todo caso, este 2020 y el próximo 2021 debieran servir para propiciar cambias profundos e incluso reinventar la escuela. Que el 90 por ciento de la población escolar mundial, según la Unesco, hayan dejado de ir a clase, ya ha producido necesidades de cambios, o bien porque se ha digitalizado la enseñanza o porque las clases presenciales se están realizando en grupos reducidos, entre otros.
Pero cuando nos preguntamos qué sienten los niños, cabe preguntarse si hay algo más profundo y amplio que cambiar. “Los niños extrañan la escuela – leemos al pedagogo mexicano Juan Carlos Yáñes – pero no el edificio o la rutina, sino a los compañeros, la convivencia y los recreos”.
Los niños son muy inteligentes. No quieren que les torturen trabajando. Los niños quieren relacionarse, jugar y aprender. Hay pedagogos, mucho antes de la pandemia, que llegaron a plantear la necesidad de cerrar las escuelas para reinventar su fracaso. Ahora llevamos seis meses con las escuelas cerradas. Podemos pensar que vamos a perder un año o creernos protagonistas de una oportunidad para una nueva escuela, y no hay que dejar que esto lo decidan quienes hasta el momento solo han mostrado confusión. Es misión de toda la comunidad educativa.
Artículo elaborado por el Equipo Di Capacidad
Di Capacidad es un espacio inclusivo de formación humanista dirigido a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Coordinan la artista plástica y publicista Bianka Reyes y el escritor y actor Tomás Rubio. Di Capacidad entiende que el arte es un excelente medio para el descubrimiento de la propia identidad de los niños y adolescentes, de sus virtudes y potencialidades, para que puedan crear y que su intervención en la escuela, la comunidad y en la familia sea consciente y genuina.