Gambito de dama ha acercado al gran público el mundo del ajedrez. Aunque la ficción protagonizada por Anya Taylor-Joy ha conquistado a la audiencia, no en vano se ha convertido en la miniserie más vista de la historia de Netflix, los expertos en esta disciplina no han pasado por alto algunos errores.
Dylan Loeb McClain, experto en ajedrez, ha analizado desde su punto de vista más técnico para The New York Times la representación del juego que realiza la ficción de Netflix basada en el best-seller de Walter Davis. Y, aunque en líneas generales, el resultado de su análisis es favorable a Gambito de dama y su relato del ajedrez, hay algunos errores o inexactitudes, más allá del comentado gazapo matemático, que no ha pasado por alto.
LA RAPIDEZ DE JUEGO
Una de las cosas que más han llamado la atención de McClain y con las que no está de acuerdo es la rapidez con la que los jugadores deciden sus movimientos. Este acelerón en las partidas es, sin duda, una licencia creativa de la serie para dar ritmo a la producción… algo perfectamente justificado en un producto audiovisual que, por otro lado, no pretende ser una retransmisión en directo de un selección de partidas.
“Cada jugador tiene dos horas para hacer 40 movimientos, lo que era, y sigue siendo, un control de tiempo estándar para este tipo de partidas. Pero en cada partida, Beth y sus oponentes hacen sus movimientos después de pensar solo unos segundos”, señala. “A ese ritmo, terminarían sus partidas en minutos, no en horas”, puntualiza el experto.
CONVERSACIONES ENTRE CONTENDIENTES
Según McClain, tampoco es habitual que los jugadores hablen entre ellos en plena partida. Además de considerarse una conducta inapropiada, va contra las reglas. Sin embargo, Beth charla con Harry en su partida del segundo episodio, y también lo hace en el cuarto capítulo, cuando se mide con un joven prodigio ruso en México. Otra licencia narrativa para ‘aderezar’ un poco esos combates sobre el tablero que relata la serie.
ESCENARIOS DE LAS PARTIDAS
Las partidas que aparecen en pantalla están basadas en competiciones reales, de hecho, el libro de Walter Davis bebe de varias figuras reales del ajedrez y de sus logros para configurar su personaje de Beth. Pero los lugares en los que se celebran están algo alejados de la realidad.
Beth derrota a Harry por el título estatal de Kentucky, pero esta partida en realidad tuvo lugar en Riga (Letonia) en 1955. También vence a Benny en Estados Unidos, mientras que la partida real se llevó a cabo en la Ópera de París en 1985.
LA COMPARACIÓN DE BETH CON PAUL MORPHY
Precisamente, en relación con estas figuras reales que inspiraron la serie, hay un momento en el que Harry compara a Beth con Paul Morphy, un estadounidense considerado el mejor jugador del siglo XX. Según el autor, la protagonista no se parece a él, sino que se asemeja más a Bobby Fischer.
Los paralelismos entre Beth y Fischer son numerosos. Beth gana el campeonato de Estados Unidos de 1967. Ese fue el año en que Fischer ganó su octavo y último título estadounidense. Beth se queda huérfana y viviendo sola en la adolescencia. La hermana y la madre de Fischer también lo abandonaron cuando tenía 16 años.
La joven aprende ruso para enfrentarse a los jugadores soviéticos; Fischer aprendió el idioma de manera autodidacta para leer las revistas de ajedrez rusas. Beth es capaz de ganarse la vida en el ajedrez, mientras que Fischer fue un pionero como jugador profesional a tiempo completo en Estados Unidos.
Pero al margen de sus similitudes de vida, también son parecidos en el tablero. Cuando juegan con blancas y se enfrentan a la defensa siciliana y, además de contar ambos con un estilo agresivo, McClain destaca que ambos utilizan el ataque Fischer-Sozin.