El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, continúa dando la espalda a los resultados electorales. Poco antes de una comparecencia este viernes, saltaba la noticia de que Joe Biden ya reunía 306 votos electorales frente a los 232 del republicano. Pero Trump sigue enrocado y se niega a aceptar que será el primer presidente en perder la reelección en este siglo (y el décimo en la historia de EE UU).
El mandatario tenía previsto hablar a las cuatro de la tarde (hora local) -la primera declaración desde que se confirmó a Joe Biden como presidente electo el sábado pasado- sobre la vacuna y la pandemia del coronavirus, y solo se podía especular con la idea de que se saliera del guion e hiciera alguna referencia al proceso electoral, que el mandatario considera un fraude, o al ganador de los comicios. Hubo solo finalmente una mención, en la que dejó entrever que puede haber un cambio de Gobierno.
“Esta Administración no irá a un confinamiento. Esperamos que, pase lo que pase, quién sabe qué Gobierno habrá… El tiempo lo dirá, pero puedo decir que este Gobierno no irá a un confinamiento”. Eso es lo más cerca que ha estado hasta ahora el mandatario de reconocer la derrota. “Lo he dicho muchas veces, la solución no puede ser peor que el problema. Si puedes ver lo que pasa con los confinamientos, depresión, drogas, alcohol, desempleo…”. E insistió: “Esta Administración no hará confinamientos bajo ninguna circunstancia”.
Trump se limitó a destacar lo bien que, en su opinión, actúa su Administración en la gestión de la pandemia y cómo manejaría el reparto de una vacuna cuando esté disponible. El mandatario destacó que la operación lanzada por su Gobierno para la fabricación y distribución de vacunas y tratamientos para la covid-19, la llamada Operation Warp Speed (Operación Velocidad de la Luz), es “inigualable en ninguna parte del mundo”.
“Los líderes de otros países me han llamado para felicitarnos por lo que hemos sido capaces de hacer, y hemos ayudado a muchos países con los respiradores, y todos los problemas que están teniendo”, aseguró. Para apoyar su tesis hizo pasar por el podio de la Casa Blanca a Moncef Slaoui y al general Gustave Perna, ambos pertenecientes a la Operation Warp Speed. También Mike Pence, vicepresidente de EE UU y jefe del grupo de políticas sobre el coronavirus de la Casa Blanca, hizo su aparición y entusiasta declaró que “la caballería” estaba llegando. “Estamos viendo casos creciendo en todo el país, quiero mandar un mensaje a la población, vamos a continuar moviendo cielo y tierra para garantizar que las familias tienen la misma atención que queremos para nosotros”, afirmó. El virus ha causado ya más de 240.000 muertes en Estados Unidos.
Trump parecía más apagado que de costumbre, sin el ímpetu y hasta soberbia que ha exhibido en anteriores comparecencias. Aunque encontró de nuevo su estilo al entrar en polémica con Pfizer, la farmacéutica que anunció a principios de esta semana que había logrado una vacuna con un 90% de efectividad. El presidente afirmó que no era verdad que la empresa no hubiera recibido fondos de la Administración republicana dentro del programa Warp Speed. “Pfizer ha dicho que no forma parte de Warp Speed, pero eso no es así. Si no, no hubiera tenido los 1.900 millones de dólares que le dio la Administración. Fue poco afortunado [ese comentario]”, declaraba Trump, contradiciendo los datos de la multinacional.
Trump enumeró un reguero de bondades de su Gobierno para proteger al pueblo norteamericano y declaró que en los últimos nueve meses su Administración había movilizado recursos como nunca “para buscar medicamentos”. Como no podían faltar las críticas, arremetió contra el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, quien se ha mostrado reticente a cualquier vacuna que no sea aprobada por las autoridades sanitarias del Estado. “No podemos enviar la vacuna a no ser que el gobernador nos diga que está preparado [para recibirla]”, dijo Trump molesto.
Trump acabó su comparecencia sin aceptar la derrota electoral. Tampoco aceptó preguntas de los medios de comunicación. elpais.com