Un enviado de Corea del Sur le entrega la invitación al presidente estadounidense en la Casa Blanca
El escenario más explosivo del planeta ha cambiado radicalmente
Tabla de contenido
Hace tres meses Kim Jong-un y Donald Trump se insultaban y amenazaban con el holocausto nuclear; hoy van camino de sentarse en una mesa de negociación. El presidente de Estados Unidos ha aceptado “en el lugar y tiempo que se determine” la inesperada invitación del líder de Corea del Norte para reunirse cara a cara. La petición fue trasladada a Trump este jueves por un emisario surcoreano que el martes pasado se reunió en Pyongyang con Kim Jong-un. En el mensaje, el Líder Supremo ofrece la desnuclearización del país y frenar las pruebas nucleares y balísticas. Jamás se ha registrado un encuentro directo entre los mandatarios de ambas naciones.
Trump acepta la invitación de Kim Jong-un
El anuncio fue realizado por el enviado surcoreano en la propia Casa Blanca. Trump calentó la intervención señalando que iba a ser “muy importante” aunque no dio mayores especificaciones. Cuando el legado surcoreano habló, hizo temblar a Estados Unidos. No solo sacó a la luz la invitación, sino que Trump la había aceptado y que el encuentro estaba previsto para mayo. “Somos optimistas con este proceso diplomático. La República de Corea, los Estados Unidos y nuestros aliados nos mantenemos unidos y esperamos que no se repitan los errores del pasado. La presión continuará mientras Corea del Norte no acompañe sus palabras con acciones concretas”, afirmó el consejero de Seguridad Nacional surcoreano, Chung Eui-yong.
Un paso histórico en las relaciones internacionales
La materialización de una negociación directa entre Estados Unidos y Corea del Norte supone un paso histórico. Representa un triunfo para Trump, pero también una demostración del inmenso poder del eje Pekín-Washington.
La posibilidad de un diálogo fructífero
La posibilidad de que el diálogo fructifique es compleja. Los antecedentes históricos son pésimos. Las amenazas han sido muchas y las conversaciones con legados de Bill Clinton y George Bush hijo terminaron en fracasos. Esa experiencia ha armado de cautela a la Casa Blanca, pero no ha eliminado la esperanza de una resolución diplomática del conflicto. A ello ayudan dos factores clave: China apoya plenamente el diálogo, y el propio Trump, sin rebajar la presión, está dispuesto a este cara a cara. En este sentido, más allá de los insultos, bravuconadas y demostraciones de fuerza, Washington siempre ha mantenido expedita la vía del diálogo.