Las temperaturas calurosas activan las hormonas y los neutrotransmisores relacionados con el placer, según los expertos.
Silvia Sanz, psicóloga y sexóloga, explicó que el calor puede ayudar a disfrutar más de las relaciones sexuales pues, por un lado, estimula la producción de oxitocina, endorfinas y serotonina que provoca un aumento en el deseo sexual y, por el otro, causa la vasodilatación de las fibras musculares, lo que lleva a que se produzca un mayor aumento del flujo sanguíneo a los genitales.
Otro efecto positivo de las altas temperaturas sobre la actividad sexual es que se libera más testosterona y estrógenos, que contribuyen a mejorar la libido y la excitación.
Sin embargo, uno de los estudios más recientes sobre la relación entre el calor y el deseo sexual, el informe «Estacionalidad en la reproducción humana» (Universidad de Oxford), reveló que las relaciones sexuales crecen en verano, pero solo si las temperaturas no son excesivas.
Los investigadores concluyeron que los nacimientos aumentaron durante los diez meses posteriores al verano en los países de climas templados o fríos con veranos de temperaturas elevadas pero no tórridas, mientras que la cifra no aumentó en ese mismo periodo en los países de clima cálido o tropical, con épocas estivales extremas y temperaturas excesivas. En conclusión, también en este caso en la virtud está en el término medio.
Los cambios reactivan la pasión sexual
Además de los cambios hormonales y físicos propiciados por el aumento de las horas de luz y por la subida de temperaturas, la sexóloga Silvia Sanz incide en otro aspecto algo más prosaico y es el hecho de que, en general, el ambiente veraniego, en el que lo habitual es desconectarse y relajarse, pueda llevar a provocar más encuentros sexuales. «El cambio de escenario facilitará romper la rutina, disponer de más tiempo para cuidarse y vestirse de un modo seductor y atractivo para volver a conectar con esa ternura o esa intimidad que existe en la pareja pero que en ocasiones no se pudo cuidar debido al cansancio, a la rutina o a la falta de tiempo».
Comparte esta opinión Nayara Malnero, sexóloga y psicóloga clínica para quien el calor del verano y el gran número de horas de luz del que podemos disfrutar cada día en verano nos pone de buen humor y nos hace querer «jugar» más. «Sabemos que la ansiedad puede mermar nuestro deseo sexual y contribuye a aumentar la posibilidad de que aparezcan disfunciones sexuales, por lo que un buen paseo al aire libre ayuda a relajarnos y luego estar más dispuestos en casa», propone. De hecho, según asegura, existen evidencias científicas que demuestran que estar al aire libre, ya sea en una playa, en el jardín o simplemente en una terraza, ayuda a reducir los niveles de estrés, mejora el ánimo y aumenta la sensación de felicidad.
Pero, ¿y si hace demasiado calor o nos hacemos «castillos en el aire»?
Tal vez el verano pueda ser un buen momento para recuperar la pasión en la pareja o para dar rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad en las relaciones sexuales, si bien la sexóloga Silvia Sanz aclara que es importante revisar o tener claros algunos aspectos que pueden impedir disfrutar de un modo pleno del sexo en verano. Uno de ellos es las expectativas generadas sobre los encuentros sexuales previstos y otro, los efectos físicos del exceso del calor.
Sobre las expectativas sexuales, la psicóloga explica que pueden darse días en los que los encuentros no sean ni tan frecuentes ni con tanto éxito como se esperaba, pues tal vez sea posible que en la lista de prioridades de la pareja (o de uno de los miembros de la pareja) aparezcan sin haberlo planificado otras cuestiones que desplacen la añorada intimidad amorosa.
Tampoco hay que olvidar que, a nivel físico, el exceso de calor puede producir bajadas de tensión, cansancio o excesivo sudor. «Es cierto que las feromonas son un potente afrodisiaco, pero el olor excesivo también puede provocar rechazo, al igual que el tacto del sudor. Y lo mismo sucede con el cansancio, pues el hecho de que no descansemos bien por las noches debido al calor puede provocar que la activación sexual durante el día no sea la esperada», argumenta Sanz.