El extinto comunicador, empresario mediático, productor y presentador de televisión Rafael Corporán de los Santos fue estafado con unos $100 millones de pesos dominicanos que en base a un acuerdo contractual debieron ser cambiados pero el abogado Francisco Álvarez (Pancho) borró esa parte del texto, reveló el publicista, mercadologo y relacionador público Elías Barrera Corporán sobrino del fallecido.
“Pancho Álvarez engañó a Corporán”, afirmó el sobrino en una entrevista con el programa “El Sol de la Mañana”.
Dijo que su tío necesitaba el dinero y desesperado firmó los contratos sin llevar ningún testigo presencial y solo a su palabra y la del abogado.
La estafa ocurrió en 2002 acordándose en diciembre de ese año que el desaparecido Banco Dominicano del Progreso iba a liberar los fondos.
“El dólar estaba al 25 por 1 peso dominicano y luego subió a 56”, explicó Barrera Corporán.
“La palabra negra de la venta de la emisora”, señaló el sobrino en referencia a Radio Popular, una de las frecuencias más escuchadas en la República Dominicana incluyendo su noticiero.
Dijo que en el contrato se asentó que el pago iba a ser en pesos “dolarizados”, es decir, que si el dólar subía a Corporán de los Santos había que pagarle en base a la prima cambiaria en ese momento.
Dijo que el abogado Álvarez después de la palabra empeñada cambió esa parte del pacto comercial. “¿Eso es ser serio, es tener moral?”.
Sostuvo que todavía hay muchas cosas que no están claras.
“Abusaron de la confianza de Rafael Corporán de los Santos”, afirmó el sobrino incluyendo algunos familiares lo que impulsó al radiodifusor para vender la estación.
“Lo tumbaron, lo tumbaron, tumbaron a Rafael Corporán de los Santos”, insistió.
Relató que después de la muerte de su tío que murió de cáncer y fue inmortalizado con su nombre en un rótulo de una intersección en el Alto Manhattan, Nueva York, parte de los familiares más cercanos del difunto continuaron en los negocios.
“Corporancito está en Miami y Rafaelito y Cristian están en negocios”, dijo de los tres hijos de Corporán de los Santos.
Por Miguel Cruz Tejada