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El hierro es un mineral imprescindible para el crecimiento y el desarrollo del organismo, ya que forma parte de varias proteínas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), su deficiencia se considera el primer trastorno nutricional en el mundo. Participa en muchos procesos metabólicos, especialmente en la formación de la hemoglobina (Hb), que según explica Fiorella Medina Salazar, miembro del Grupo de Eritropatología de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) y hematóloga del Hospital Clínico San Carlos (Madrid), “es una proteína presente en los glóbulos rojos que transporta el oxígeno de los pulmones a todo nuestro organismo”. 

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El principal trastorno causado por el déficit de este mineral es la anemia, que se calcula que afecta a más del 30% de la población mundial. Pero no es el único. “La deficiencia de hierro, además de producir anemia, provoca modificaciones significativas en el metabolismo muscular y en el desarrollo psicomotor de los niños”, apunta Medina.

Niveles normales de hemoglobina y hierro

La OMS define la anemia cuando la concentración de hemoglobina en sangre es inferior a 12 g/dl en mujeres y a 13 g/dl en hombres y también “cuando se observa un descenso brusco o gradual de 2 g/dl o más de la concentración habitual del paciente, aunque se mantenga dentro de los límites normales para su edad y sexo”, expone la representante de la SEHH. 

Los niveles normales de hierro en suero sanguíneo, es decir, el hierro circulante, oscilan entre 50 y 150 mg/dl. Pero también interesa conocer cómo se encuentra la ferritina, que es la principal proteína de almacenamiento de hierro y, “en ausencia de inflamación o enfermedad hepática, una concentración baja indica carencia de hierro”, aclara Medina. De hecho, es muy útil “para diagnosticar carencia de hierro en personas aparentemente sanas”.

En términos generales, una concentración de ferritina en suero inferior a 10-12 microgramos/L es indicativa, en todas las edades, de una disminución de las reservas de hierro.

Estos niveles se miden tras obtener una muestra de sangre del paciente y realizar un hemograma (que mide los niveles de hemoglobina) y una determinación de los niveles de hierro y ferritina. 

¿Quién y por qué tiene los niveles bajos?

El déficit de hierro y la anemia se dan principalmente en mujeres. Las causas son varias, tal y como especifica Guadalupe Blay, responsable de Endocrinología y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), y van desde una mala alimentación (seguir una dieta vegetariana muy estricta, no consumir carne roja, beber mucho té o mucha fibra), tomar medicamentos que impidan su absorción, estar embarazada o tener insuficiencia para absorber hierro, que se debe principalmente a pasar por una cirugía intestinal o a enfermedades del intestino, como la enfermedad de Crohn o la celiaquía, según Blay.

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La dieta occidental normal contiene unos 15-20 mg de hierro, de los que diariamente son absorbidos de 1 a 2 mg. Son alimentos ricos en hierro las ostras, almejas, legumbres, carne, pescado, huevos… Además de que los alimentos sean ricos en hierro, es importante que la absorción que se puede alcanzar sea buena; puede oscilar el 1-5% y el 20-30% en el caso de las carnes y pescados. En todo caso, los expertos subrayan que en los países desarrollados el factor alimentario es excepcional como causa de anemia.

La causa principal del déficit de hierro y de la anemia es la pérdida de sangre. En los países desarrollados se debe mayoritariamente a pérdidas menstruales en las mujeres premenopáusicas y al sangrado digestivo en los hombres y las mujeres posmenopáusica. El sangrado digestivo puede deberse a una úlcera sangrante, un pólipo en el colon o un cáncer de colon, esofagitis o toma de antiinflamatorios, entre otros.

Por último, el sobreesfuerzo deportivo también puede ser una causa de este descenso de los niveles de hierro.

¿Qué síntomas notamos cuando tenemos el hierro bajo?

Para la OMS, la carencia de hierro y la anemia reducen la capacidad de trabajo de las personas, e incluso de poblaciones enteras, entrañando graves consecuencias económicas y obstaculizando el desarrollo de los países.

Si nos centramos en los síntomas generales que puede notar cada persona, Blay describe que puede aparecer cansancio, astenia, debilidad, taquicardia, sensación de falta de aire, palidez, dolor precordial, calambres, hipotensión o intolerancia al ejercicio entre otras manifestaciones.

Lo más frecuente es que la persona presente palidez mucocutánea (de la conjuntiva de los ojos, los labios, cara y palmas de las manos). Si la anemia es moderada-grave, puede haber caída de pelo, fragilidad de las uñas, sudoración, inflamación de la lengua, lesiones en los labios, irritabilidad, disminución de concentración, trastornos del sueño, dificultad respiratoria y deterioro general.

Debido a que los síntomas son comunes a muchas otras enfermedades, las personas no suelen consultar al médico hasta que se presentan varios de golpe. Se recomienda acudir a consulta ante menstruaciones muy abundantes o frecuentes, o cuando se experimenta cansancio sin explicación aparente. Dado que que la causa más habitual en varones y mujeres postmenopáusicas es el sangrado digestivo, también es conveniente ir al médico si se sufre dolor abdominal, ardor o dolor de estómago, si se toman habitualmente antiinflamatorios o si se presentan heces de coloración muy oscura (negruzca).

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¿Qué puede ocurrir si tengo falta de hierro?

Muchos de los síntomas de la falta de hierro son en sí mismos la consecuencia, pero si se profundiza más se aprecia una disminución de la inmunidad de nuestro organismo, tal y como señala Blay. En las mujeres y niños las consecuencias de la falta de hierro y/o anemia tienen un gran impacto en su vida.

Las principales complicaciones que conlleva son desenlaces poco satisfactorios del embarazo, problemas de desarrollo físico y cognitivo, mayor riesgo de morbilidad en los niños y reducción de la productividad laboral en los adultos.

La anemia en los países en desarrollo puede ser responsable de un 20%  del total de muertes maternas y de múltiples complicaciones durante el embarazo, incluyendo un mayor riesgo de retraso en el crecimiento, ceguera, enfermedades graves, disminución del rendimiento cognitivo, defectos espinales y cerebrales. La anemia en el embarazo también aumenta el riesgo de aborto involuntario, mortinato y bajo peso al nacer, aumentando así el riesgo de mortalidad infantil, así como complicaciones en el parto causando hemorragias.

¿Qué podemos hacer?

En primer lugar el médico debe diagnosticar si existe anemia mediante un análisis de sangre. El siguiente paso es buscar el origen. Además de tratar la causa, deben administrarse sumplementos. Ningún alimento contiene suficiente concentración de hierro, por lo que se hace necesario indicar tratamiento farmacológico con alguno de los múltiples preparados existentes en el mercado. Este tratamiento deberá mantenerse hasta tres meses después de normalizar los valores.

“Cuando se establece el diagnóstico de anemia ferropénica o tenemos unos niveles de ferritina muy bajos, aún con niveles de hemoglobina normales, se debe iniciar terapia con hierro vía oral en forma de sales ferrosas”, precisa la hematóloga de la SEHH. “La terapia con hierro intravenoso se reserva para situaciones especiales”, añade.

Respecto a la alimentación, para que sea adecuada y variada tiene que incluir carnes, pescados, huevos, legumbres, etc., evitando dietas vegetarianas estrictas. También hay que realizar tratamiento preventivo en aquellas situaciones que van acompañadas de dificultades de absorción, como ocurre con los pacientes hemodializados, operados del estómago o con problemas de malabsorción o los que presentan pérdidas aumentadas como se produce en los casos de menstruaciones muy abundantes.

Es importante realizar adecuadamente el tratamiento, como por ejemplo en el caso del sulfato ferroso, que conviene tomar en ayunas con vitamina C (zumo de naranja) para facilitar su absorción. “Por su coste más asequible y su adecuada biodisponibilidad, el sulfato ferroso es el compuesto más usado en el tratamiento oral”, confirma Medina.

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