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Moradores de la comunidad de Jacagua entienden que esta familia debe ser incluida en los programas de asistencia social “Quédate en Casa y Pa/ti”, creado por el Gobierno ante la pandemia del coronavirus

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SAN FRANCISCO DE JACAGUA, Santiago. La pandemia del coronavirus ha cobrado la vida de cientos de personas desde que se instaló en el país en marzo de este año. Esta enfermedad se ha convertido en la mayor preocupación para muchos dominicanos. Pero, lo ciertos es que en realidad este problema no generaliza la intranquilidad de la gente.

Porque el uso obligatorio de las mascarillas y mantener el distanciamiento físico para evitar el contagio y la propagación del coronavirus o COVID-19, ya pasó a un segundo plano para una pareja de esposos. Su mayor preocupación no es el COVID-19, es el cuidado y el sustento de sus cinco hijos, una hembrita y cuatro varoncitos de 3, 5, 8, 10, y 12 años de edad.

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Rosy Hernández hijoUna humilde vivienda ubicada en la comunidad Loma del Jamo de Palo Alto, de este distrito municipal, que le fue prestada por un pariente suyo, es el espacio que los cobija, mientras por las noches comparten con sus retoños en los únicos dos colchones que poseen.

Además de perder la intimidad como pareja, también viven la humillación de un régimen que no va a su amparo. El compromiso de velar por un pequeño que llora hace que sus dificultades se conviertan en un estímulo para seguir haciendo esfuerzos por sobrevivir.

Rosy Hernández hijo 1Rosy Hernández, de 30 años y su esposo Ciprian, de la misma edad, reconocen las penurias por las que atraviesan. Ninguno tiene empleo y reciben pocas o ningunas ayudas de las autoridades.
“Se salvan del coronavirus, pero pelean por sobrevivir en medio de la miseria. Tienen cinco muchachos, no trabajan, no tienen techo y sobreviven por la caridad de familiares y vecinos”, afirman residentes en Jacagua.

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A pesar de todas las penurias, Rosy y su esposo Ciprian se rehúsan a dar la cara para pedir ayuda a las autoridades. Un amigo, Miguel Colomé, ha decidido socorrer esta pareja y a sus cinco hijos.
Además de los alimentos que demandan, esta familia requiere la mano amiga de las autoridades oficiales y otros sectores para construir un techo propio y adquirir ajuares del hogar.

Por José Alfredo Espinal

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