El miedo al sexo también se conoce como erotofobia, y es un trastorno complejo con una gran variedad de síntomas. Se usa este término cuando la persona experimenta una ansiedad extrema y limitante ante las relaciones.
A pesar de lo que se difunde en películas y series, el origen del problema no tiene por qué ser traumático. La mayoría de quienes lo padecen lo ha ido desarrollando paulatinamente, sin un episodio definitivo desencadenante.
En un primer momento, casi siempre en la adolescencia, el afectado ha vivido situaciones desagradables –experiencias negativas, educación rígida y puritana…– que lo llevan a asociar el sexo con ciertas sensaciones como el asco o la ansiedad. Después, se acostumbra a inhibir su vida íntima y eso le hace ir adquiriendo cada vez más temor al tema.
Este problema es mucho más común de lo que creemos. De hecho, expertos como la doctora Helen Kaplan opinan que muchas de las personas que creen tener falta de deseo erótico, en realidad, han desarrollado fobia al sexo.
Algunas personas que sufren esta fobia eligen vivir su vida de manera asexual, es decir, sin tener relaciones sexuales, y otras tienen serias dificultades para mantener relaciones íntimas con otras personas de manera satisfactoria.
El miedo al sexo
Generalmente, la causa de esta fobia es el aprendizaje asociativo o condicionamiento clásico que ocurre cuando una persona experimenta un evento traumático relacionado con el sexo y la sexualidad, por ejemplo, al haber sufrido una mala experiencia sexual en el pasado o por haber sido objeto de burlas.
Ahora bien, las creencias irracionales y la mala educación sexual también pueden causar que la persona desarrolle esta fobia. Algunos autores afirman que algunas personas son más propensas que otras a desarrollar este tipo de patologías debido a la genética.
Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, afirma que “las causas de la erotofobia son múltiples: educación restrictiva, creencias religiosas, normativas culturales rígidas, experiencias traumáticas, personalidad fóbica o temerosa, sentimientos de inferioridad, ansiedad social y miedo a la crítica externa. Las causas también pueden limitarse a la creencia de padecer algún problema físico, ejemplo: síndrome del pene pequeño, o a exacerbar un problema existente, ejemplo: sobrepeso, acné, psoriasis, hirsutismo (vello corporal en las mujeres); sudoración, ginecomastia (crecimiento de las mamas en el hombre), etc.”.
La fobia
“Ante cualquier disfunción sexual pueden existir rasgos o indicios de una fobia que puede instalarse cuando la disfunción persiste por mucho tiempo sin poder resolverse. Es el caso de algunas anorgasmias femeninas que se presentan como rechazo al contacto genital o evitación de cualquier tipo de contacto íntimo con el pretexto de falta de deseo sexual. En los varones, es frecuente el acortamiento de la etapa de excitación o juego previo. Rechazando las caricias en el cuerpo como si les disgustara, por temor a perder la erección o a eyacular prematuramente”, añadió Literat.
Obviamente el síntoma principal es la ausencia de sexo, pero no queda ahí. Las personas con erotofobia sienten una ansiedad extrema frente al sexo y todas las situaciones que recuerdan al mismo. Del mismo modo presentan algunos síntomas físicos como son la boca seca, la hipersudoración, hiperventilación, angustia y tensión muscular.
También malestar estomacal, dolor de cabeza y latido acelerado. En definitiva, es muy similar a un ataque de ansiedad. Sin embargo, en ocasiones, se puede padecer este miedo a las relaciones sexuales de manera inconsciente o sin darle la importancia que tiene. Por ello, los especialistas explican cómo distinguirlo a través de una lista de “síntomas” habituales.