Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de este año, muchos creyeron que la guerra duraría apenas unos días: la superioridad de las Fuerzas Armadas rusas en equipamiento, cantidad de soldados y potencia de fuego frente a las tropas ucranianas parecía, y aún es, avasallante.
Pero, seis meses después, el conflicto continúa y cada vez hay más señales de un estancamiento, especialmente en la región del Donbás.
No es que Rusia no haya tenido éxitos: capturó grandes porciones de territorio ucraniano en el este, desde dónde sigue intentando avanzar —lentamente—, y más aún en el sur, donde parece haberse atrincherado para consolidar su control sobre buena parte de la costa de Ucrania. Su posición sigue siendo más favorable que la de Ucrania.
Pero el avance sobre la capital Kyiv de los primeros días acabó en fracaso y retirada, sus constantes bombardeos sobre todo el país no han llevado al gobierno ucraniano a la rendición y las tropas ucranianas, que reciben apoyo material de países de la OTAN, aún siguen operando e incluso montando contraataques locales, mientras crecen los reportes de una posible contraofensiva en el sur.
¿Por qué, entonces, le ha sido tan difícil a Rusia, una de las principales potencias militares del mundo, doblegar a Ucrania?
La voluntad de luchar y la resistencia ucraniana
Los soldados que defienden el territorio en el que viven con sus familias suelen tener más incentivos y una mayor voluntad de pelear que aquellos que, por el contrario, están conduciendo actividades ofensivas en otro país, a pesar de que cuenten con superioridad militar.
Esto se ha visto con claridad durante la guerra de Vietnam y también en las dos guerras de Afganistán que protagonizaron —y perdieron— la Unión Soviética en la década de 1980 y Estados Unidos a partir de 2001, por citar solo algunos ejemplos (existen contraejemplos, por supuesto, en cada guerra exitosa de conquista).
En el caso de la guerra actual, las tropas ucranianas han mostrado esta voluntad de luchar desde el primer día, acatando las órdenes de movilización general y presentado batalla a las tropas rusas en repetidas ocasiones, aún cuando sufren fuertes pérdidas. Y todo frente a numerosos reportes de atrocidades rusas en Bucha y recientemente en Kyiv, que el Kremlin niega.
“La moral y la voluntad de lucha ucranianas son incuestionables, y creo que mucho más elevadas que el promedio la voluntad de lucha del lado ruso, por lo que creo que eso da a los ucranianos una ventaja significativa”, dijo Colin Kahl, subsecretario de Política del Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Por el contrario, los reportes de baja moral entre las tropas rusas, muchas de las cuales fueron movilizadas en febrero sin saber que participarían de una guerra, no han cesado desde el inicio de la guerra, especialmente entre conscriptos y entre tropas de las República Populares de Donetsk y Luhansk, levantadas en el este de Ucrania en 2014 bajo apoyo de Moscú y que pelean ahora junto a los rusos.
En marzo el jefe de inteligencia del Reino Unido, Jeremy Fleming, dijo que la moral era tan baja en algunas unidades rusas que hubo instancias en las que estas se habían negado a cumplir órdenes.
Rusia no ha usado todo su poderío
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, calificó a la invasión de Ucrania iniciada el 24 de febrero como una “operación militar especial”, y el gobierno ruso se ha estado refiriendo de esta forma a lo que Occidente ve como una “guerra de agresión”.
Aunque parezca apenas una cuestión de semántica, especialmente para los que sufren los bombardeos de uno y otro lado, esta clasificación da cuenta de que Rusia, al menos por ahora, no se ha valido de todos sus recursos ni ha utilizado todo su poder de fuego contra Ucrania.
El Kremlin no ha movilizado a todos los hombres, como hizo Kyiv, y sigue valiéndose de sus reclutas, al tiempo que tampoco ha puesto a la economía en pie de guerra, a pesar de las sanciones, y tiene reservas de equipo militar y efectivos con las que que Ucrania no cuenta.
La superioridad militar de Rusia, cuyo poderío solo es superado en el mundo por Estados Unidos, es patente sobre Ucrania: al inicio de la guerra contaba con 900.000 soldados activos (aunque solo desplegó una parte) contra los 190.000 de Ucrania; casi 16.000 tanques contra 3.300; unos 1.400 aviones contra 400; y tenía un gasto de US$ 45.800 millones contra US$ 4.700 millones.