República Dominicana en 2018 obtuvo en matemáticas el peor resultado de todos los países evaluados en las pruebas PISA y en la evaluación de lectura los resultados cayeron 16 puntos respecto a 2015. Estos resultados del país están en consonancia con el informe de Evaluación Diagnóstica publicado en 2017 por el MINERD, donde se evidenciaba que sólo el 12% de los niños y niñas de tercer grado tiene un nivel aceptable de lectura.
De igual forma, otro informe publicado también por el MINERD en 2018 señaló como el 60% de la deserción escolar en jóvenes de 18 a 20 años se debió a limitaciones en la lectura, comprensión y matemáticas.
A esta brecha de aprendizaje no resuelta, se sumó en 2020 la crisis del COVID-19 y la reconversión del modelo educativo presencial a un modelo educativo a distancia, que aún persiste hoy 15 meses después y que no ha podido llegar a los niños, niñas y adolescentes de los hogares más vulnerables. Datos recientes evidencian cómo en un escenario moderado 237,000 estudiantes han abandonado el sistema educativo actual, pudiendo alcanzar a más de 322,000, de un total de 1.8 millones de niños, niñas y adolescentes que conforman el sistema público educativo.
Las cifras resultan escandalosas, más aún si se parte de un déficit de aprendizaje previo, que ya condenaba a niños y niñas a reproducir los círculos de la pobreza y la marginalidad. Si además, a esto añadimos que los estudiantes que se han mantenido en el sistema educativo bajo la modalidad a distancia han tenido un aprendizaje limitado o nulo, o no han conseguido avanzar, tal y como ya señalan algunos estudios, estaríamos muy probablemente ante la mayor crisis educativa de los últimos años, que no olvidemos, tiene como víctimas inocentes a cientos de miles de niños, niñas y adolescentes que ven truncada cualquier posibilidad de desarrollo digno, proyectos de vida y oportunidades de superación. Esto implica además un alto daño y estancamiento para el país, al no poder contar con jóvenes y adultos que sumen con sus capacidades a la producción nacional.
Esta crisis silente en un contexto de preocupación sanitaria y económica, no puede ser dejada de lado, ha de ser enfrentada con un plan y medidas urgentes de corto, medio y largo plazo:
- Implementar un plan de reforzamiento del aprendizaje centrado en los grados que cada estudiante ha estado matriculado en los cursos 2020-21
- Realizar un diagnóstico de los y las estudiantes que presenten mayor rezago y por consiguiente un plan de reforzamiento focalizado y adaptado a estos grupos.
- Implementar un Plan de fortalecimiento de capacidades del cuerpo docente, tanto de conocimientos como de habilidades pedagógicas, acompañado de un sistema de seguimiento y evaluación constante.
- Garantizar a los y las estudiantes los recursos materiales, didácticos y tecnológicos necesarios para un aprendizaje en igualdad de condiciones
- Integrar a las familias, comunidades y actores de la sociedad civil en acciones de reforzamiento fuera del aula, promoviendo así espacios no tradicionales que fomenten el aprendizaje.
- Incluir la lectura y las matemáticas como piezas clave en estos planes, o de lo contrario estaremos solo simulando avances, y seremos responsables de cada uno de los niños y niñas que abandonen el sistema educativo por no saber leer.
- Implementar una estrategia dirigida al retorno a la educación de niños y niñas que hayan abandonado el sistema educativo con acciones focalizadas a sus necesidades incluyendo su inclusión en programas de protección social.
Si no logramos hacer frente a esta situación también seremos responsables de que esos niños y niñas se conviertan en otras víctimas inocentes: las del trabajo infantil, la explotación sexual comercial, la trata de personas o las uniones tempranas.
Ha llegado el momento de recordar que les debemos a los niños y niñas lo mejor que tenemos para ofrecerles, y que Salvar su Educación es un camino indeclinable para cumplir con sus derechos y oportunidades, y porque solo así construiremos un país competitivo a nivel regional e internacional.