Por Tuto Tavárez
Ahora que Tony La Russa regresa como manager a Grandes Ligas, voy a contar una historia que me sucedió con él.
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Eso fue en 1970, es decir, hace 50 años, cuando La Russa vino a reforzar las Águilas Cibaeñas.
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Los muchachos de ese tiempo, aprovechábamos las luces artificiales del estadio Cibao para jugar detrás del paredón del jardín central, donde había un buen terrenito.
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Jugábamos con pelota de goma, pero con pedazo de bate o maceta, que era un bate roto sin el mango de agarrarlo.
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Yo tenía uno amarrado con “teipi”, pero que cuando se agarraba por la punta medio se arqueaba.
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Los niños merodeábamos por los alrededores y cerca del club house, para conformarnos con ver los jugadores de lejos.
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Estaba cerca de la puerta del club de las Águilas, el cual daba hacia la calle y se abrió la puerta saliendo un ¡pelotero americano!
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Para sorpresa de todos, el americano se dirigió a mí y me dijo en español, que le prestara el “bate” que llevaba conmigo.
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Cuando se lo pasé, lo tomó por el manguito, el bate se inclinó como haciendo una reverencia y el americano hizo ondulaciones con su mano, indicando que así estaba el bate.
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Me retornó el bate, si se le pudiera llamar bate, y me dijo: “ven al próximo juego que te voy a regalar uno”.
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Estaba desesperado porque llegara el miércoles que iban a jugar, llegué al estadio y ya los peloteros habían entrado.
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El club house tenía unos ladrillos intercalados, que uno se agarraba, subía y miraba hacia adentro.
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Me subí y miré a La Russa amarrándose los spikes, entonces le grite ¡Tony el bate que dijiste me iba a dar!
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La Russa levantó la cabeza, colocó el índice derecho sobre los labios y me hizo sssss, que interpreté como silencio.
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Se fue a batear y me quedé afuera sin esperanzas del bate. Cuando La Russa terminó de batear, se fue con el bate para el club house, abrió la puerta y me lo entregó, no recuerdo si le di las gracias, pero ni Félix Sánchez me alcanzaba con ese trofeo.
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Probablemente, La Russa no se acuerde de ese episodio, pero lo tengo presente y después no coincidí con él en un estadio Grandes Ligas para agradecerle.
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SQUEEZE PLAY: La Russa es americano y La Sorda oye…A partir de ese bate, mi vida como pelotero malo cambió…Me buscaban y me metían a jugar…Un tarde, estábamos jugando en un play que había en Savica…Un muchacho del Congo que le decían Bobby Bonds, no por bueno sino por feo, estaba bateando con el bate que yo acariciaba…Abanicó y soltó el bate, el cual fue a dar a la pared y se rompió…Fue un día triste para mí…Aunque no se lo he podido decir, agradezco a Tony La Russa aquel regalo, valioso en ese tiempo, cuando todo era escaso…Me contaba “Mi Bola de Cristal Empañada”, que el Muro de las Lamentaciones, ubicado en Jerusalén es el lugar más sagrado del judaísmo…Por hoy, out 27.