(LLOVIENDO SOBRE MOJADO)
Por JUAN T H
El presidente Luís Abinader se ha empeñado en producir cambios importantes estructurales económicos, políticos y sociales que, aunque muchos no le dan la importancia que revisten, y hasta se oponen rabiosamente a su aprobación en el Congreso donde se escucharán todas las voces interesadas.
No pretendo referirme a la reforma fiscal y tributaria, ni a la modificación de la Constitución, que sin dudas son trascendentes; quiero, nuevamente, tratar sucintamente, el problema del tránsito terrestre de pasajeros, que es mas grave de lo que muchos imaginan, incluyendo a las autoridades.
De acuerdo con los datos disponibles, la República Dominicana ocupa el primer lugar en el mundo, en accidentes de tránsito. ¡Primer lugar! Según la Comisión Permanente de los Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, más de cinco (5) personas mueren todos los días en accidentes de tránsito, sumando casi cinco mil al año, y nueve (9) mil lesionados, lo que le cuesta el Estado alrededor de 200 mil millones de pesos, una cifra inaceptable.
El 57% de los muertos se producen en accidentes de tránsito de personan que usaban motocicletas como medio de transporte. De los casi 4 millones de moto que abarrotan las calles, el 30% se usan como medio de trasladarse de un lugar a otro. (Los motociclistas, igual que los camioneros, y los autobuses, son los verdaderos dueños de las vías que les construye, gratuitamente, el gobierno.
Los datos que ofrecen los organismos oficiales, como la Dirección Nacional de Seguridad, Tránsito y transporte (Digesett) y el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), son alarmantes, por el costo en vida, en atención y en gasto de salud. Me alarma y extraña que el 52% de los vehículos que transitan por las calles, avenidas y carreteras del país no tengan póliza de seguro.
(Eso no ocurre, ni deben ocurrir en ningún país del mundo mínimamente civilizado. Es como si esos muertos y heridos no le importaran ni le dolieran a nadie, como si los 200 mil millones que se gastan en Salud Pública no salieran de los bolsillos del pueblo)
El parque vehicular del país crece exorbitantemente sin que nadie lo regule, ni hable de impedir la importación de vehículos nuevos y usados. Dicen que tenemos casi 6 millones de vehículos, (demasiado para un país de once millones de alma) de los cuales el 57% son motocicletas, que es donde se producen la mayoría de los accidentes, de muertes, lesionados, robos, atracos y asesinatos)
Alguien me dirá, con mucha razón, que el problema fundamental es falta de aplicación de la ley, que no hay un régimen de consecuencias para los violadores de la norma. Yo creo que, así como el presidente Luís Abinader se ha metido de cabeza en la Policía Nacional, produciendo una revolución, invirtiendo mucho dinero en transformarla, dotándola de todo cuanto es necesario, como avituallamiento, aumento de salario, seguro médico, etc., debe trasladarse a otros organismos policiales como la Digesett y el Intrant, que no tienen estructura, les falta más personal, bien educado y entrenado, con los mismos privilegios que sus colegas de otros organismos.
Después de las seis de la tarde usted no ve ninguna vigilancia policial. En las noches los conductores tanto de motocicletas como de conductores privados y públicos no respetan los semáforos, los carriles ni las demás normas. No hay patrullajes en las noches, en las ciudades ni en las carreteras. Todos andamos como “Chivos sin ley”. Sólo hay que ver como los motociclistas, civiles y militares usan los túneles y los elevados a pesar de su prohibición.
Falta voluntad política. Y falta, en materia de seguridad vial y tránsito terrestre, aplicación estricta de la ley, sin distinción. Falta, presidente Abinader, que todos, absolutamente todos, paguen las consecuencias de la violación de la ley, es lo que, llamados, presidente, “un régimen de consecuencias”, para que nadie, presidente, ni usted, se coloque por encima de la ley, ni siquiera en materia de tránsito terrestre.
Vergüenza debe danos, ser el primer país del mundo en accidentes de tránsito.