En países como la República Dominicana, la variante Ómicron del virus SARS-CoV-2, que provoca Covid-19, es una seria amenaza que puede provocar una extensión amplia de los contagios de esa afección y más daños a la economía.
Pero parece inútil sensibilizar a las autoridades dominicanas, que llevan más de un año desveladas invirtiendo un dineral en recuperar el “turismo” por encima de cualquier otra consideración del peligro sanitario que afronta el país.
La variante Ómicron, que tiene la credencial de reunir en solo ella una multiplicidad de otras versiones mutadas del virus, se identificó inicialmente en el sur de África, pero luego se detectaron casos positivos con ella en el norte de ese continente (Egipto) y más preocupantemente en varios países de Europa, en Brasil, Canadá y Estados Unidos.
El gobierno dominicano tiene puertas abiertas para la llegada de extranjeros por puertos, aeropuertos y frontera terrestre, en su mejor empeño de presentar cifras extraordinarias de turistas. Sin que pudiese ignorar totalmente que Ómicron es la variante más peligrosa del nuevo coronavirus, como lo han reconocido las naciones europeas, Estados Unidos y otros países, el gobierno dominicano se “blindó” prohibiendo la llegada de pasajeros desde naciones del sur de África, donde originalmente se identificó la cepa, pero mantiene cielo abierto a Brasil, Canadá y Europa, donde también hay decenas de casos de esa variante.
¿Cómo saben las autoridades migratorias que un pasajero que salió de Johannesburgo, Luanda, El Cairo, Lisboa, Bruselas, Tel Aviv y otras localidades con casos comprobados de Covid-19 con variante Ómicron, que llega de Miami o Nueva York, tiene el peligro de traer el virus? ¡Absolutamente, imposible!
Prohibir la llegada de viajeros del sur de África –la amenaza menor– es correcto, pero insuficiente si ni siquiera se exige prueba de vacunación o PCR negativa de quienes vienen de Europa o Norteamérica. Y, obviamente, el Ministerio de Turismo no llegará hasta ahí y por lo tanto, el de Salud Pública, tampoco se aventurará a tomar la iniciativa que demanda la circunstancia.
¡Cielos cerrados desde el sur de África para pasajeros que quisieran venir a República Dominicana! ¡Cielos abiertos, sin ninguna restricción, para los viajeros de Estados Unidos, Europa y Canadá, donde también está la variante Ómicron, pero el gobierno no toma esto en cuenta, pese a que de ahí es que llega el mayor número de visitantes al país.
Cualquier hijo de mujer comprende que siendo el turismo la bestia sagrada del “crecimiento bárbaro” de la economía dominicana, resulta difícil que “el gobierno que cambia”, ponga exigencia a los viajeros nacionales y extranjeros que llegan desde Europa, Estados Unidos, Canadá y Brasil.
El peligro de que llegue la peligrosa variante del coronavirus Ómicron y se expanda en República Dominicana, un país sin educación sanitaria ni un sistema de salud sólido, no es de Sudáfrica o Botsuana, sino de Europa y Norteamérica.
El verdadero blindaje
No existe una fórmula segura para librarse de contraer el Covid-19, pero hay atajos que permiten vivir con relativa seguridad para evitar contagiarse del virus, siempre que se adopten un grupo de medidas puntuales. Al día de hoy está más que claro que el uso de la mascarilla es la protección mecánica más efectiva, que si se combina con una higiene rigurosa y constante, más distanciamiento social, dan bastante seguridad de que contraer el virus es muy difícil.
Si a esas tres medidas que debían ser parte de una cultura profiláctica personal en tiempos de pandemia por afección viral se agregara un esquema completo de vacunas de las que hay disponibles en el país, librarse de contraer el Covid-19, incluso con su peligrosa variante Ómicron, es asequible.
El gobierno ha estado llamando a las personas a que se vacunen con dos o tres dosis para protegerse del Covid-19 y no es momento de dudar en acudir a inocularse para que el virus encuentre una primera barrera para entrar al cuerpo, que si además está protegido (el cuerpo) con la mascarilla, el lavado constante de manos y el distanciamiento social, puede crear una muralla inmunitaria resistente al contagio del coronavirus.
El teteo navideño
El gobierno ha demostrado que quiere que la gente se “divierta” aunque tenga (el gobierno) que pagar altos costos por el internamiento de pacientes críticos que contraen el Covid-19 y van a parar a las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de sus hospitales y las clínicas.
Si los jóvenes –de los que con un buen sistema inmunitario por su edad se han contagiado más de 50,000 sin contar los que no acudieron a centros de salud– son las principales víctimas de contraer la infección, y el gobierno no quiere que dejen de “tetear” para que estén embullados, es de suponerse que son quienes deben evitar por todos los medios exponerse a la Ómicron, porque su capacidad de propagarse en la familia es muy alta y se desconoce su potencial de mortalidad.
Los engañados
Las personas más felices del mundo son las autoridades monetarias dominicanas que tienen a este país soñando con un paraíso que no existe ni de forma virtual.
Con los productores agropecuarios quebrados y arruinados, con el reinado de las importaciones estableciendo precios y preparando la eliminación de la producción nacional, el Banco Central sigue hablando de la bonanza del crecimiento del producto. Es una ilusión que no resiste una sola prueba.
Si es verdad que aquí hay un crecimiento tan extraordinario como dicen las autoridades, le pido a cualquier funcionario que mande a su chofer a llenar el tanque de gasolina de su jeepeta con la misma cantidad de dinero que lo hacía en octubre de 2019.
Resultará imposible que se quede en la calle por falta de combustible porque él no tiene que llevar esta contabilidad nimia y está seguro de que su jeepeta siempre estará full, pero ¡Ay del empresario o el empleado privado que ponga en su vehículo el equivalente de dinero en combustible que colocaba hace dos años!
Pero en el Versainograma del Banco Central, la inflación no afecta nada y el crecimiento es descomunal.
La inflación, que el Banco Central decía que era “transitoria”, y yo afirmé reiteradamente, que era “constante y en crecimiento” a menos que se financiara y estimulara la producción agropecuaria nacional, ya no hay dudas de que se ha apoderado de los bolsillos de los asalariados y está diezmando su calidad de vida.
La vanagloria de las autoridades monetarias y de algunos dirigentes políticos es que las remesas tienen un tope histórico. Nunca antes habían llegado a tan altos envíos de dólares.
Eso debía darles vergüenza a las autoridades monetarias y a los políticos que tratan de embaucar a este pueblo: Si los dominicanos que están fuera tienen que enviar tanto dinero para acá, es porque aquí la carestía de alimentos, medicamentos, pasajes, alquileres y votros gastos requiere auxilio del exterior.
Si la gente aquí no necesitara más dinero para resolver las mismas necesidades que tenía en 2019, sus parientes no mandaran tanto dinero para acá y en cambio compraran propiedades u optaran por un vehículo nuevo o por pasear y divertirse con los dólares que les facilita la economía y el gobierno de Estados Unidos y las naciones europeas.