El juez habría maniobrado para mantener el poder en las causas de la operación, ocultando información a un ministro de la Suprema Corte
Según los diálogos analizados por los periodistas de The Intercept y Veja, existen pruebas de las interferencias del juez, que habría llegado a ocultar información a un ministro de la Suprema Corte, Teori Zavascki, entonces magistrado ponente de la operación Lava Jato en el Supremo. Zavascki murió en 2017, víctima de un accidente de avión. El episodio mencionado por la revista está relacionado con la prisión del empresario Flávio David Barra, acusado de pagar sobornos mientras presidía la empresa AG Energia, del grupo Andrade Gutierrez. En agosto de 2015, la defensa de Barra pidió al Supremo la suspensión de la causa que llevaba el 13º Juzgado de Curitiba. El recurso integraba una hoja de cálculo donde constaban los nombres de los políticos que recibían sobornos de la empresa. Por haber políticos implicados —que están aforados—, la causa debería llevarla el Supremo.
En octubre, Zavascki le pidió explicaciones a Moro, que afirmó, a su vez, que no sabía que hubiera diputados implicados en el caso de Barra. Sin embargo, un diálogo posterior, entre el fiscal Athayde Ribeiro Costa y la comisaria Erika Marena, de la Policía Federal, sugiere que el juez probablemente sabía que sí había políticos implicados en el caso. Costa dice que necesita con urgencia una “hoja de cálculo/agenda” con los pagos a los políticos que había sido incautada con Barra. Marena responde que, por sugerencia de Moro, no se había dado prisa en registrar el documento en el sistema electrónico de la Justicia.
Los mensajes señalan que Moro puede haber mentido u omitido a Zavascki la información, pues ya sabía que existía la hoja de cálculo y, consecuentemente, de la posible implicación de políticos en el caso, y le pidió a la comisaria que “no tuviera prisa” en registrarla. Así, la causa se mantendría en Curitiba. Las dos hipótesis son comprometedoras para el actual ministro de Justicia.
Otro fragmento del reportaje cita al exdiputado Eduardo Cunha, responsable de someter a votación en el Congreso la petición de impeachment de Dilma Rousseff en 2015, y que fue detenido al año siguiente. “Estoy en contra”, dijo Moro en un mensaje al coordinador de la operación Lava Jato, Deltan Dallagnol, en julio de 2017, al cuestionar “rumores” de que Cunha hablaría con la Justicia. Pero el fiscal tranquilizó al juez: “Solo son rumores. No son procedentes. Si quiere, le mantengo informado”.
Los mensajes también incluyen un detalle jocoso, pero que fortalece la veracidad de los diálogos y debilita el argumento del ministro de que los mensajes pueden haber sido alterados por fuerzas interesadas en interrumpir la operación Lava Jato. El día 7 de mayo de 2016, el juez le cuenta a Dallagnol a través de Telegram que el famoso presentador de televisión Fausto Silva lo felicitó por la operación y le repite al fiscal el consejo que le dio. “Me dijo que vosotros, en las entrevistas o en las ruedas de prensa, tenéis que utilizar un lenguaje más sencillo. Para que todo el mundo os entienda. Para el pueblo. Le dije que os lo diría. Es un consejo de quien hace 28 años que está en la televisión. Tenedlo en cuenta”. El presentador confirmó a la revista Veja el encuentro y la conversación con Moro.
El reportaje de este viernes ha corrido como la pólvora en las redes sociales y se ha convertido en otro escollo para el ministro, que de avalador del Gobierno de Bolsonaro pasa a ser alguien “avalado” por el presidente, que ha prometido llevarlo al Maracanã este domingo para ver la final de la Copa América. Moro ha defendido su imparcialidad menospreciando el contenido de The Intercept, alegando que ha sido hackeado, hecho que el periódico digital niega. A medida que más periódicos cruzan la información filtrada con otras fuentes mencionadas en los mensajes, el argumento del ministro se va debilitando.
Además del esfuerzo que está haciendo Bolsonaro, Moro también ha enfrentado dos audiencias en el Congreso, una en el Senado el pasado día 19 de junio y la última el pasado martes en la Cámara de los Diputados. El ministro cuenta con sus seguidores, que se manifestaron el pasado domingo en varias ciudades, para contraatacar las acusaciones en su contra. Sin embargo, el equipo de investigación de la operación Lava Jato sigue con sus pesquisas, que hoy tienen menos notoriedad en los periódicos que durante los primeros años.
Para desmentir a la revista Veja, Moro ha divulgado un largo comunicado de prensa, donde rebate punto por punto el reportaje. Sobre el hecho de ocultar pruebas al magistrado Zavasckien del caso de David Barra, por ejemplo, dice que informó al Supremo del diálogo sobre el fiscal Ribeiro Costa y la comisaria Erika Marena el día 17 de septiembre de 2015, mucho antes de la fecha citada en el reportaje (23 de octubre de 2015). “No hay ni un elemento que atestigüe la autenticidad de los supuestos mensajes o que el entonces juez supiera de la existencia de la referida hoja de cálculo más 30 días antes”, dice.
La tarea de defenderse y el revés que las filtraciones suponen para la imagen de la operación Lava Jato son un duro golpe para la Justicia y para Brasil, después de que el país se engañara con la idea de que las cárceles ya no eran solo para los pobres, sino que los empresarios blancos y adinerados también aparecían esposados frente a las cámaras de televisión. La operación Lava Jato sí que ha cumplido la expectativa, pero ha dejado brechas enormes que dejan en entredicho el modo como se ha llevado a cabo. En una carta al lector, la revista Veja, una de las mayores defensoras de la Lava Jato en el pasado, dice que sigue apoyando la operación en el presente. Sin embargo, “nunca seremos condescendientes cuando se crucen las fronteras legales (incluso combatiendo el crimen). Si no, también estaríamos a favor de los escuadrones de la muerte y los justicieros”. elpais.com