Evidentemente no vacunado, pero con una exención médica, la estrella del tenis Novak Djokovic quiere defender su título en el Abierto de Australia. Pero su comportamiento es una falta de respeto, opina Sarah Wiertz
El estadio Rod Laver Arena es casi como su sala de estar. En ese lugar, Novak Djokovic ha ganado la mitad de sus 20 títulos de Grand Slam y ha obtenido el mayor récord de victorias en el Abierto de Australia. De ganar un nuevo título ahí, el serbio podría superar a Rafael Nadal y Roger Federer en cantidad de títulos de Grand Slam. Por lo tanto, es comprensible que el número uno del mundo esté desesperado por jugar en Melbourne.
Sin embargo, lo que resulta incomprensible, es cómo ha intentado hacerlo.
Anuncio de viaje a través de las redes sociales
En una publicación en su cuenta de Instagram se le ve sonriendo con el equipaje en un aeropuerto. Junto a la foto, se puede leer un texto en el que primero expresa el deseo de que todos puedan sentir amor y respeto hacia todos los seres de este maravilloso planeta. Por último, anuncia que está viajando a Australia con una exención médica.
Que las autoridades australianas no se conformaran tan fácilmente con este juego opaco, no era algo con lo que contaba el defensor del título y evidentemente tampoco el director del torneo, Craig Tiley. Tiley había confirmado que el serbio recibiría una exención médica junto con otros jugadores. Apenas dos meses antes, había dicho lo contrario, afirmando que solo los jugadores vacunados podrían competir en el primer torneo de Grand Slam del año. Todo el proceso deja muchas interrogantes. Y Djokovic tampoco aclara ninguna de ellas, alimentando así las especulaciones.
La justificación de la exención no está clara
Australia tiene una norma de entrada al país muy estricta debido a la pandemia de COVID-19. Solo se le permite el ingreso a las personas que se han vacunado y a las pocas que reciben una exención médica. Tiley subrayó que, para los deportistas, las exenciones son aún más estrictas.
Un atleta profesional que practica deportes de alto nivel durante varias horas en el verano australiano a temperaturas superiores a los 30 grados no puede estar gravemente enfermo o con un sistema inmune débil. Por lo tanto, no se justifica una exención para el serbio.
Para la aprobación de una exención habría bastado que su cuerpo hubiera sufrido alguna reacción alérgica mortal, o que Djokovic tenga una vacuna natural contra la hepatitis, el sarampión, las paperas, la rubeola o la varicela, o que se haya infectado nuevamente con el coronavirus en las últimas semanas (se había contagiado en su propio evento de tenis en el verano de 2020).
Si es así, ¿por qué no lo ha dicho?
Un escéptico de la vacunación
En la primavera de 2020, Djokovic ya se había posicionado como opositor a la vacunación: “Personalmente estoy en contra de las vacunas. No quiero que nadie me obligue a vacunarme para poder viajar”.
Que él no quiera vacunarse es un asunto privado. Sin embargo, esperar que en esta pandemia pueda continuar moviéndose sin grandes restricciones es algo fuera de la realidad y arrogante. Presentar una exención médica, que claramente ni siquiera cumple los requisitos formales, es un descaro.
Sin embargo, lo que resulta indignante es que Djokovic no crea necesario dar explicaciones en tiempos de una pandemia en que los comportamientos individuales repercuten en los demás. Al contrario, el tenista de 34 años parece disfrutar dejando deliberadamente abiertas estas y otras cuestiones, e incluso jugando con las inseguridades, las preocupaciones y los miedos de la gente. Es una burla para todos los que cumplen las normas del COVID-19. Es una falta de respeto y muy injusta desde el punto de vista deportivo.dw.com/es
(ju/er)