Nuevamente el país es sacudido por una tragedia. La fatídica explosión en una zona comercial de San Cristóbal ha dejado como consecuencias: pérdidas humanas, desaparecidos, heridos, destrucción, dolor y luto.
Unámonos en oración para que el Señor acoja en su morada a los fallecidos; conceda fortaleza a quienes sufren la pérdida de seres queridos y pertenencias; y que no haya que lamentar nuevas víctimas fatales.
Aprovecho la ocasión para hacer un llamado a los organismos de emergencia, a las autoridades responsables de evaluar, emitir permisos, vigilar y controlar instalaciones de plantas de gas, fábricas, gasolineras y construcciones de todo tipo, que exijan los requisitos pertinentes antes de otorgar el debido permiso, así no tendrán que activarse solo cuando ocurra la tragedia. La observancia de esta práctica evitará llanto, dolor, luto, pérdidas humanas y de propiedades.