En la década del 90 formaron la pareja más famosa y poderosa de Hollywood. Se casaron en secreto y se divorciaron en silencio. Las causas de la ruptura nunca trascendieron
La primera vez que Nicole Kidman vio a Tom Cruise, no coincide con la primera vez que lo miró. Lo vio en la película Top Gun. Y seguramente, al verlo sonreír en la pantalla, debe haber pensado, al igual que la mayoría de las personas del planeta, “what a beautiful man” o dicho en criollo “qué bueno que está”.
Sí, seguramente esa fue la primera vez que vio a Tom Cruise. Pero cuando realmente lo miró fue mientras aguardaba para dar la prueba que le permitiría conseguir el coprotagónico en la película Días de trueno. Ella esperaba entre tranquila y nerviosa. Tranquila porque se venía preparando desde su adolescencia, cuando realizó diferentes cursos de teatro en Australia, el país donde creció. De hecho no sería su primera película. Ya había filmado con San Neill, Calma total. Pero aunque no era una novata no podía evitar sentirse nerviosa porque conocería no solo a la estrella en ascenso, sino también a uno de los hombres más lindos del mundo, ¿Sería tan hipnótico como en la pantalla o, como tantas veces, la expectativa sería distinta a la realidad?
En todo eso pensaba cuando, como contó alguna vez, observó llegar a un Porsche. El auto estacionó y bajó Cruise que comenzó a caminar sin poses, con la naturalidad de los que son y no se “hacen los lindos”. La actriz no pudo evitar un “wow…, este tipo no puede ser real” y sintió un cosquilleo, más de la adolescente que fue y no de la mujer que era.
Cuando los presentaron, su metro ochenta sobresalía claramente sobre el metro setenta del actor, pero no le importó. En la prueba hizo lo que pudo como pudo, por más que su cerebro le indicaba que mirara a cámara, sus ojos azules se desviaban hacia otros ojos azules. Que también la miraban.
Al terminar se despidió amablemente de todos. Tom le sonrío y ella le devolvió la sonrisa. “Acabo de dar la peor prueba de mi vida. Nunca conseguiré el papel”, pensaba rumbo a su casa. Al menos les contaría a todos que había conocido a Cruise. Horas más tarde, un productor la llamó para anunciarle que encarnaría a Claire Lewicki, la doctora que vuelve loco de amor al piloto de carreras Cole Trickle en Días de trueno.
Hacía un año que Nicole había roto su relación con el actor australiano Marcus Graham. Por su parte, Tom luego de un matrimonio de tres años se había divorciado de Mimi Rogers. Pronto el enamoramiento dejó de ser ficcional y pasó a ser real. Si Tom era bello entre los bellos, Nicole no se quedaba atrás. Su melena pelirroja y enrulada, su cutis blanco y sus ojos azules no pasaban desapercibidos. Con solo parpadear seducía y atraía a cualquier mortal. Pero en este caso, camarógrafos, técnicos y hasta el director Tony Scott veían que la atracción entre los actores era mucho más que pasión hormonal. Se los notaba genuinamente enamorados.
Con un recorrido y un futuro actoral más que interesante en Australia, Nicole decidió establecerse en la ciudad de Los Ángeles. Sabía que encontraría desafíos profesionales, pero sobre todo ahí vivía el hombre al que definía como “el amor de su vida”.
El 24 de diciembre de 1990 se casaron en una boda secreta en las Montañas Rocosas en Colorado. Nicole tenía 23 años y Tom, cinco más. Juntos se convirtieron en la pareja más poderosa de Hollywood. Cada vez que aparecían eran un imán para los fotógrafos. No era para menos. Cuando sonreían, miraban a la cámara o simplemente desfilaban por una alfombra roja, el mundo parecía detenerse como solo se detiene ante la contemplación de lo bello.
Cuatro años después de la boda, el matrimonio adoptó a Isabella y tiempo después a Connor. Entonces la pareja que podía detentar el podio como la más fotografiada del planeta, estableció un efectivo cerco mediático para proteger la vida privada de sus hijos. ¿Cómo lo lograron? Kidman asegura que una de las claves estaba en que “en esa época no teníamos redes sociales y los paparazzi no nos perseguían de una forma tan exagerada. Definitivamente teníamos un mayor control sobre lo que se publicaba y decía de nosotros”.
La actriz no solo protegió a sus hijos, también se liberó de situaciones de acoso o maltrato laboral que eran frecuentes. “Me casé por amor, pero estar casada con un hombre extremadamente poderoso me mantuvo alejada de la posibilidad de ser acosada sexualmente”, contó en una entrevista para New York Magazine. Sus declaraciones no merecieron una respuesta de Cruise pero sí criticas por ubicarse como una mujer que necesita ser protegida por un hombre.
Esto provocó una nueva aclaración. “Lo que quise decir es que como estaba casada no iba a muchas fiestas ni salía de noche. Tuve mi primer hijo a los 25 y prefería la vida familiar. Mi idea de estar en el mundo era o bien estar trabajando o bien quedarme en casa”, declaró en el programa Today Show. Además, recalcó que fue su decisión de limitar su vida social y no el poder de su pareja la que la preservó de malos momentos.
Sin embargo, los malos momentos llegarían cuando su marido decidió iniciarse en el culto de la Cienciología. Desde el comienzo Kidman no vio con buenos ojos su decisión. Es que su padre, un prestigioso psicólogo había advertido sobre los peligros de ese culto mucho antes de que su famoso yerno ingresara.
Nicole intentó mantener alejado a su marido de la Cienciología pero sin éxito. Cruise se sometía periódicamente a las “auditorías”, un ejercicio en el cual cada miembro del culto cuenta los detalles de su vida personal. Luego, esa información se utiliza para chantajearlos si desean alejarse. Ante sus cuestionamientos se calificó a la actriz como “Persona supresora”, es decir una enemiga de la causa.
Pese a los problemas causados por la Cienciología, Nicole y Tom se mostraban como una pareja consolidada. Llevaban 9 años juntos y seguían atrayendo a todos. Fue así que el director Stanley Kubrick les propuso filmar Ojos bien cerrados, un thriller erótico que exploraba la infidelidad y que sugería que hasta la pareja más perfecta no podía escapar de ella.
Pero esta vez la realidad no fue tan buena como la expectativa. Los seis meses iniciales de contrato se transformaron en 400 días de filmación continua. El método del director consistía en hacer que sus actores repitieran tanto una escena hasta que olvidaran que había cámaras. Resultado: Cruise rodó 95 veces una toma… ¡cruzando una puerta! Para una secuencia donde Kidman tenía sexo imaginario, debió estar seis días desnuda y realizando distintas poses eróticas hasta lograr la que quedaba perfecta en cámara. Además el director solía dirigirlos por separado y les prohibió comentar su trabajo para así fomentar la desconfianza que debían mostrar en la pantalla. Como si fuera poco el guión cambiaba a cada rato. Los nervios y la tensión le provocaron una úlcera estomacal a Cruise que ocultó para no retrasar más el proyecto.
Cuando la película se estrenó la crítica especializada no coincidió en si era una obra maestra o un bodrio. El público tampoco acompañó en las salas ni siquiera con el gancho de ver a sus actores favoritos en escenas de gran sensualidad.
Luego del estreno, en el 2001 y después de 11 años de relación, el matrimonio anunció su separación. La noticia fue un bombazo y daba para ocupar todas las revistas y programas. Pero así como los actores se casaron en una ceremonia secreta se separaron sin dar explicaciones ni provocar escándalos. No hubo comunicados ni anuncios oficiales. No trascendieron motivos ni conversaciones privadas. Ni siquiera un amigo locuaz narró los motivos del divorcio. Algunos trascendidos señalaban que la decisión de Tom de convertir a sus hijos en fieles seguidores de la Cienciología fue el motivo de la separación. También la negativa de Nicole de abandonar el catolicismo y sobre todo, su oposición terminante a intervenir en la vida de sus hijos para imponer sus propias creencias.
Kidman se casó en 2006 con el músico Keith Urban y son papás de dos hijas. Cruise contrajo matrimonio con Kate Holmes, fueron padres de Suri y se divorciaron en el más absoluto secreto. Nuevamente no hubo explicaciones acerca de las causas de divorcio pero volvió a trascender que como con Kidman la culpable fue la Cienciología. Algunas versiones aseguraban que como el actor no se quería separar, Holmes le pidió a Nicole que le aconsejara cómo hacerlo.
En los últimos tiempos, Kidman decidió romper el silencio que siempre mantiene sobre Isabelle y Connor para responder a las acusaciones que indicaban que había renunciado a su rol de mamá.
“Soy muy reservada sobre ellos”, manifestó y agregó sin dudar: “Tengo que proteger esa relación. Pero lo que sí sé al 150% es que renunciaría a mi vida por mis hijos”. También y por primera vez habló de la relación de sus hijos con la Cienciologia. “Son capaces de tomar sus propias decisiones. Han tomado la decisión de ser cienciólogos y como madre, mi trabajo es amarlos”, dijo.
El dicho asegura que “donde hubo fuego cenizas quedan”. Pero conociendo historias como la de Cruise y Kidman a veces “donde hubo fuego cicatrices quedan”. Lástima no poder preguntarles. infobae.com