El tenista balear será baja por tercer torneo consecutivo de la gira de tierra batida (Montecarlo, Barcelona y ahora también la capital española) y evidencia preocupación por su estado físico: “La lesión sigue sin curarse”
Rafa Nadal también se ve obligado a bajarse de la lista del Masters 1000 de Madrid. Cuando muchos esperaban que el tenista balear fuese de la partida en la capital española, ha llegado un nuevo mazazo en forma de ausencia, la tercera consecutiva para el español en la gira de tierra batida. Montecarlo y Barcelona no contaron con su presencia, que tampoco se espera ya en la Caja Mágica, tal y como ha hecho oficial el propio Nadal en un comunicado a través de Instagram este jueves.
“Han sido unas semanas y unos meses difíciles”, arranca su discurso el manacorense, cuya lesión “importante” en el psoas ilíaco de su pierna izquierda, producida en enero durante el Abierto de Australia, sigue martirizándole. “En principio tenían que ser de seis a ocho semanas de período de recuperación y ya vamos por la catorce. La realidad es que la situación no es la que hubiéramos esperado”, ha evidenciado Nadal.
Con total sinceridad, el campeón de 22 Grand Slam apunta que, aun siguiendo “todas las indicaciones médicas”, se ha comprobado que “la evolución no ha sido la que en principio nos dijeron y nos encontramos en una situación que es difícil”. De ahí que, “desgraciadamente”, no pueda ser de la partida en Madrid, donde, al igual que en Montecarlo y Barcelona, tenía “la ilusión de poder jugar”.
Todavía hay aún mayor dureza en las palabras de Nadal: “La lesión sigue sin curarse y no puedo trabajar lo que necesito para competir. Estaba entrenando, pero ahora hace unos días hemos decidido cambiar un poquito de rumbo, hacer otro tratamiento y ver si las cosas mejoran para intentar llegar a lo que venga. No puedo dar plazos porque si los supiera os lo diría, pero no lo sé. Esta es la situación actual”.
Roland Garros, en duda
La presencia del español tanto en Roma como incluso en Roland Garros, ese segundo grande del año tenístico que ha ganado en 14 ocasiones y que le ha encumbrado como deportista, está ahora más en duda que nunca. De hecho, no hay que olvidar que Nadal no conoce un ranking tan bajo como el actual (número 14 del mundo) desde 2005 y que llegaría peor posicionado a París que en ninguna otra ocasión si finalmente puede competir.
Ausente en los dos torneos de casa, algo que no puede apenarle más, Nadal va a “intentar estar con la actitud adecuada durante todo este tiempo”. También es su intención tratar de “competir en alguno de los torneos que queda de la temporada de tierra”, aunque por encima de cualquier otra cosa está “trabajar y estar con la mentalidad adecuada”.
Su preparación en forma de torneos para la cita por excelencia de la arcilla ya va a ser, si la hay y de forma inevitable, inferior a la que tuvo en 2022. Entonces, Nadal también se borró de Montecarlo y Barcelona, pero sí jugó en Madrid y Roma antes de un Roland Garros en el que levantó su decimocuarto título. En total, cinco partidos sobre el albero antes del desafío más exigente de todos en esta superficie.
Lo que sucederá un año después dista muchísimo de estar claro. Antes de Roland Garros, Nadal defiende 270 puntos (180 en Madrid, a los que ya dice adiós seguro, y 90 en Roma). Eso sí, estos pasan a ser nada menos que 2.270 sumando los 2.000 que obtuvo como ganador en París. Así pues, la pérdida de caché en la clasificación de la ATP sí podría ser de enjundia en el caso de que el rey de la tierra batida no pudiera defender su corona en la capital francesa.
Nadal lleva ahora tres meses sin competir, con apenas cuatro encuentros en sus piernas en lo que va de 2023 (una victoria y tres derrotas). Si a las dudas sobre su estado físico se le suma el más que posible cuadro farragoso al que tendría que hacer frente en el próximo Roland Garros (rivales más exigentes desde rondas más bajas que de costumbre), puede tener ante sí un trabajo digno de Hércules. Una nueva prueba más propia de extraterrestres para el terrícola con raqueta que más se ha acercado a Marte, aunque sin dejar de tener nunca los pies en la Tierra. Y menos con ejercicios de humanidad como aquellos a los que le han sometido, tantas veces ya, las malditas lesiones.