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CARLOS E. CUÉ/JOSÉ PABLO CRIALES

Altice

Fue recibido con entusiasmo en el corazón del capitalismo, el foro de Davos, como un gran defensor del mercado, palabra sagrada para los ejecutivos que llenaban a reventar la sala principal, algo muy poco habitual cuando habla un político. Pero, en cuanto Javier Milei empezó a hablar, rápidamente las caras empezaron a cambiar. Solo hubo aplausos tímidos al final, muchos de ellos desconcertados. El presidente argentino abroncó a todos los líderes del mundo, pero muy especialmente a los organismos internacionales, que también abarrotaban la sala, sembrando la confusión.

Milei lanzó una visión apocalíptica del mundo, que según él se encuentra en manos del socialismo en todo el planeta. Y los ejecutivos, políticos y periodistas internacionales escuchaban la traducción —habló en castellano— y se miraban sorprendidos. “Estoy acá para decirles que Occidente está en peligro. En todo el mundo, los líderes que deben defender sus valores se encuentran cooptados por una visión del mundo que conduce al socialismo y a la pobreza. En las últimas décadas, motivados algunos por el deseo biempensante de querer ayudar al prójimo, y otros por el deseo de pertenecer a una casta privilegiada, los principales líderes del mundo occidental han abandonado la libertad por el llamado colectivismo, que es la causa de todos los problemas”, clamaba Milei, que vino a hablar de la amenaza del socialismo precisamente al lugar del planeta más alejado de él, donde no se le atisba por ningún lado .

“El capitalismo es la única herramienta que tenemos para acabar con el hambre y la pobreza en el planeta. La doxa [opinión, en griego] de izquierda ataca al capitalismo por ser, según ellos, injusto. Dicen que es malo porque es individualista y bregan por la justicia social. Pero este concepto que en el mundo se ha puesto de moda, el de la justicia social, es una idea injusta, violenta, porque los impuestos se cobran de manera coactiva. Nadie paga impuestos voluntariamente. El Estado se financia a través de la coacción. Si una empresa genera buen producto le va a ir bien, si el Estado castiga al capitalista por tener éxito destruye sus incentivos, y la torta será más chica. El colectivismo ata al emprendedor de las manos”, insistió.

Cada vez más apocalíptico, Milei expuso su visión fundamentalista del mercado que ni siquiera se asume aquí, en Davos, donde todas las empresas presentes están acostumbradas a colaboraciones público-privadas que reivindican otros presidentes, como el español, Pedro Sánchez, que habló justo después en el mismo foro. Milei defendía que los únicos que realmente hacen las cosas bien son los empresarios, precisamente los que poblaban la sala, pero el tono era tan exagerado que muchos de ellos no lo seguían.

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“Solo se puede ser exitoso con bienes de mejor calidad a mejor precio. El capitalista es un benefactor social. Un empresario exitoso es un héroe. Este es el modelo que planteamos nosotros, la defensa de la vida, la libertad y la propiedad privada”, dijo después de hacer una crítica encendida contra el aborto y atacar al “feminismo radical” y a las instituciones que luchan por la igualdad de hombres y mujeres e incluso cargando contra quienes alertan de los peligros del cambio climático. “¿Por qué digo que Occidente está en peligro? Porque en los países que deberíamos defender la propiedad privada, hay sectores que están abriendo las puertas al socialismo. Los neomarxistas se apropian de los medios, de la universidad, de la cultura y de los organismos internacionales. Por suerte, somos cada vez más los que nos atrevemos a levantar la voz. Si no, cada vez vamos a tener más Estado y más pobreza”, insistió.

Era tan duro su discurso que él mismo admitió que “puede sonar ridículo decir que Occidente se ha volcado al socialismo”, pero se reafirmó: “Solo si se piensa en la definición clásica del socialismo. Hoy los Estados no necesitan controlar los medios de producción para controlar la vida de los individuos, con el control de precios pueden controlar los destinos de los seres humanos”.

Y terminó con un llamamiento a los que pueblan Davos a su revolución libertaria. “A los empresarios presentes: no se dejen amedrentar por la casta política que quiere perpetuarse en el poder. Ustedes son héroes, son benefactores, que nadie les diga que su ambición es inmoral, si ustedes ganan dinero es porque ofrecen un producto mejor. No cedan al avance del Estado. El Estado es el problema mismo, ustedes son los protagonistas de la historia. ¡Viva la libertad, carajo!”.

Milei terminó como todos sus mítines, pero lejos de recibir la ovación que tiene en ellos, solo hubo un tímido aplauso. Y eso que por los pasillos de Davos el argentino triunfa mucho más que en su discurso. Milei ha generado un enorme interés y sus ideas son bienvenidas en esta cumbre del capitalismo, pero el discurso fue tan extremo que casi nadie se animaba a mostrar en la sala ese entusiasmo que se veía cuando empezó a deambular por los pasillos del Congress Centre de Davos.

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Milei volverá este miércoles por la noche a Buenos Aires en un vuelo comercial. En casa lo esperan aguas divididas: la última encuesta publicada, de la consultora Poliarquía, da al presidente argentino un 63% de aprobación después de un mes de mandato, pero muestra que más de la mitad de los argentinos no miran con buenos ojos la manera en que está llevando a cabo sus reformas: el 54% desaprueba que el mandatario haya impulsado sus primeras reformas con un decreto de 300 artículos que ya ha sido impugnado parcialmente por la justicia. Y el 59% está en contra de la megaley que el Congreso discute estos días en sesiones extraordinarias a pedido del Ejecutivo.

Desde la ampliación del derecho a la legítima defensa de los agentes de seguridad hasta el castigo penal a las protestas sociales o la privatización de las empresas públicas, el Congreso argentino debate desde hace una semana las reformas impulsadas por el presidente. El Gobierno, que ha encomendado su duro ajuste fiscal al avance de sus reformas, ha aflojado en su pretensión de que la megaley sea aprobada en bloque. Incluso el Fondo Monetario Internacional, que la semana pasada reactivó las transferencias a Argentina con elogios el “ambicioso plan de estabilización” de Milei, le ha pedido que se abra a las negociaciones políticas con la oposición.

La megaley todavía no tiene fecha de votación, pero el Gobierno apura al Congreso advirtiendo a la población de que si su reforma no se implementa el “ajuste será más duro”. Argentina registró una inflación mensual del 25,5% el pasado mes de diciembre y superó a Venezuela en 2023 con un 211,4% de inflación anual. Diciembre, el primer mes de Milei en el poder, registró un encarecimiento de precios de más del doble de cualquier mes de un año muy malo para Argentina.

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