Si tu sistema circulatorio se ve afectado, pueden aparecer enfermedades vasculares como accidentes cerebrovasculares, aneurisma, arterioesclerosis, o coágulos sanguíneos, entre otros.
Ningún consejo, ejercicio o remedio casero reemplaza la visita al médico para conocer el origen de una mala circulación y sus eventuales tratamientos. Sin embargo, ciertas medidas puede ser un buen complemento y resultar de ayuda:
Dieta saludable: frutas, vegetales, legumbres, cereales, pescados y carnes magras son los pilares de una alimentación saludable, que proveen los nutrientes necesarios para que funciones correctamente, incluido el bombeo de sangre a través de los vasos sanguíneos.
¡A moverse! Uno de los principales enemigos de la circulación es el sedentarismo, permanecer mucho tiempo quieto, sentado o de pie. Si nos vemos obligados a ello, por ejemplo, por estar viajando o trabajando, no cruzar las piernas y moverlas cada cierto tiempo. Incluso breves movimientos hacen la diferencia.
¡Medias de compresión! Se ajustan firmemente sobre la parte inferior de las piernas y los tobillos o sobre los muslos y las piernas y mejoran el flujo sanguíneo y reducir la hinchazón o el dolor. Es común que las recomienden después de una cirugía, para evitar la formación de coágulos sanguíneos, o a personas que tienen trabajos que exigen estar parados durante largos períodos de tiempo.