Jesús Balseiro
as.com
Mónaco fue Mónaco. Accidentes, celebrities, Mbappé y una carrera-procesión por las calles del Principado. El atasco más rápido del mundo no defraudó, fue justo lo que se esperaba. Incluso peor, porque el violento choque de Pérez y Magnussen en la salida eliminó la variable de las estrategias, que es lo poco que puede uno llevarse a la boca en Montecarlo a parte de los sorbos de champán y los bocados de caviar. Venció Leclerc, el héroe local, en un domingo anodino para él en la pista pero repleto de significado y emociones. Ferrari no tuvo ni siquiera la ocasión para equivocarse, porque delante no hubo cambios de ruedas y todo terminó exactamente igual a como empezó. Piastri fue segundo y Sainz tercero, pese al susto inicial. Celebran los monegascos. Suenan las bocinas de los yates. Termina la procesión. Sigue la fiesta.
Fuerte accidente en la primera vuelta
Casi todo lo que pasó, pasó en la primera vuelta. Tras la arrancada, Piastri tocó a Sainz en Santa Devota y cortó su neumático delantero izquierdo. En pocos metros el pinchazo se manifestó y Carlos tuvo que apartarse en el Casino y ver cómo le superaba todo el grupo. Algo más atrás se producía el accidente más escalofriante de la temporada: Pérez defendía el exterior en la subida de camino a Massenet cuando se tocó con Magnussen. Ambos perdieron el control y se fueron directos a la barrera con un choque perpendicular del Haas sobre el Red Bull. Fue peligrosísimo. Bandera roja. El coche de Checo quedó destrozado, seccionado en su perfil izquierdo, y el Haas también terminó para el desguace. En el incidente se dañó también el otro Haas, el de Hulkenberg. A pesar de la magnitud de los choques, ningún piloto sufrió daños físicos.
Con 45 minutos de retraso para reparar las protecciones y limpiar los restos de fibra de carbono, se retomó la carrera desde la parrilla. Con Sainz tercero, porque no todos los pilotos habían completado el primer sector cuando la FIA detuvo la acción. Así que el GP de Mónaco se convirtió en un ‘sprint’ de 77 vueltas con el mismo juego de neumáticos para evitar pasar por boxes. Y como las escabechinas suelen dar paso a la mar en calma, la segunda salida bajo los semáforos fue suave y limpia como el oleaje de la Costa Azul.
Leclerc defendió por segunda vez la pole. Piastri, Sainz y Norris se quedaron a la zaga. Todos se pusieron a gestionar los neumáticos y… poco más. El atasco más rápido del mundo fue descontando vueltas sin apenas incidencias reseñables. Lo único que había que vigilar eran los colchones entre coches, por si alguno tenía una parada gratis. Con unos neumáticos tan desgastados, la diferencia de goma en una pelea con alguien que estrenara ruedas sí podría ser crítica. Hamilton aprovechó la parada gratis, pero Verstappen se cubrió rápido. El neerlandés hizo el cambio en la 52 y fue a por Russell, era casi cuatro segundos más rápido que el primer Mercedes, pero ni aun así se pudo acercar siquiera al adelantamiento. Así que no, la estrategia de los colchones era una ilusión utópica. Hasta los tractores se hacen grandes en Mónaco. Max terminaría sexto, emparedado por las dos flechas de plata.
Presión final sin opción para adelantar
En las últimas vueltas, Sainz trató de presionar a Piastri, de nuevo sin éxito. Basta con ir por el sitio. Si ya era difícil adelantar en este circuito, la última generación de coches introducida en 2022 y sus particulares bajas prestaciones en curva lenta lo hacen todavía más difícil. No hubo siquiera una intentona, un morro mostrado después del túnel o en la primera frenada. Nada. El español cerró el podio en un gran día para Ferrari, no para él. Su fin de semana no fue óptimo, con problemas desde el viernes que no abandonó hasta las vueltas de Q3. Alonso, por su parte, fue undécimo en la más absoluta tierra de nadie: dejó abrir a Stroll un hueco de 25 segundos para regalarle un cambio de neumáticos y el canadiense lo aprovechó chocándose contra el muro. Así que se quedó Fernando a un mundo de los puntos que cerraba Gasly.
Y al frente de todos, el protagonista. Leclerc volvió a ganar un gran premio, el sexto para él, casi dos años después. Ahora que la sombra de Hamilton se agiganta, y que el monegasco no ha estado cerca de las referencias de esta parrilla en los últimos tiempos, el triunfo le da crédito. Delante de su gente, de su casa, de su madre y sus hermanos. Y la temporada, a pesar del dudoso espectáculo de este domingo, se calienta: McLaren, Red Bull y Ferrari se han repartido los tres últimos triunfos en circuitos que guardan pocas semejanzas. La superioridad de Verstappen se disipa, sobre todo en trazados de corte urbano. Ahora viene Montreal, otra pista específica con pianos altos y muros cercanos. En resumen: a pesar del aparente dominio de ‘Mad Max’, quedan dos tercios de Mundial y pueden suceder aún muchas cosas. Pero no en Mónaco.