Tras la campaña lanzada por la Junta Central Electoral en contra de la venta del voto, el tema ha vuelto a ser motivo de preocupación de diversas personalidades y organizaciones.
Una de las más usadas modalidades de compra en los últimos años es la de mandar a votar por partidos aliados minoritarios que no tienen una gran cantidad de adeptos y así, con los resultados, se paga a votantes e intermediarios cada voto.
Los candidatos y organizaciones políticas se valen cada vez más de esos intermediarios y compradores que operan con puntos de compra cerca de los centros de votación, y algunos lo hacen a la clara en las filas de electores.
Para esto también se trabaja con los denominados padroncillos o padrones de electores en los que los partidos tienen identificados a sus militantes o votos fieles, a los que solo tiene que garantizar que vayan a votar con transporte y algunos casos dieta que maneja un supervisor.
Pero a los que se identifican como contrarios o votos neutros se busca la manera de que no acuda a votar comprándoles la cédula, método que se mantiene a pesar de que ha ido reduciendo su impacto por la entrega de duplicados del documento que otorga la Junta Central Electoral.
El voto automatizado, elimina algunas modalidades clásicas como la cadena, es uno de las formas más viejas, que según expertos electorales ha sido descartada, consiste en que un primer elector no echa la boleta y se la lleva vacía para entregarla a la persona que le paga, quien a su vez la entrega a otro que se la lleva marcada por el partido o candidato y trae la otra sin marcar.
Se dice que esa modalidad la trajeron venezolanos, pero ha caído fruto de que la Junta Central Electoral eliminó las grandes casetas cerradas de votación y ahora el elector está a la vista de los delegados y demás miembros de la mesa o colegio de votación.
Una de las formas modernas es tomar la foto del voto y mostrarla al comprador, pero el uso de celulares está prohibido en los colegios, y las casetas de votación están más expuestas.
Los compradores de votos también intimidan al que lo vende afirmándoles que se enterarán si vota o no en su centro de votación.