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En esta pandemia, muchas personas han acusado a los científicos de haber metido la pata, de haberse equivocado con el coronavirus, de haber tenido que rectificar. María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, no comparte esta visión. “En algunos casos, ni siquiera lo llamaría ‘rectificar’, sino actualizar”, explicaba en una entrevista con El HuffPost a finales de mayo.

Altice

“El primer caso que hubo en Wuhan era de una neumonía atípica no identificada, unos días después era una neumonía atípica causada por un virus, unos días después era un brote de neumonía atípica con una mortalidad de este tipo, unos días después era un brote con una transmisión comunitaria, unos días después era un brote epidémico, y unas semanas después se llamaba pandemia porque afectaba a todos los países. Eso no son rectificaciones, eso se llama evolución, y este virus está haciendo su vida: está creciendo, expandiéndose y dejando muertes en el camino”, señala Neira. “Está dándonos muchas sorpresas desde el punto de vista clínico, está dejándonos pistas de su material genético y ahí vamos detrás de él, intentamos ir por delante, pero quien marca el camino, la velocidad y la dirección es el virus, no nosotros”.

Entre esas “sorpresas” y “pistas” que va dejando el virus a su paso, se cuelan muchas dudas e incertidumbres que los científicos se esfuerzan todavía por desentrañar. El HuffPost se ha puesto en contacto con varios expertos en Salud Pública, Inmunología y Microbiología para tratar de dar respuesta a las preguntas que más inquietan estos días.

¿Existe la transmisión aérea o no?

“En realidad, no es una dicotomía”, responde Pedro Gullón, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y coautor de Epidemiocracia (Capitán Swing). “Cuando decimos que el mecanismo principal de transmisión del coronavirus es por gotas, nos referimos a unas gotas gordas que se expulsan al toser o al hablar, y que no van más allá de dos metros porque caen por su propio peso. Lo que se está viendo ahora es que probablemente el mecanismo sea mixto y parte de estas gotas se evaporen y una parte pase al aire. ¿Eso significa que hay transmisión aérea? Tal y como solemos clasificar la transmisión aérea, no, porque en ese caso la principal forma de transmisión serían esas gotitas pequeñas suspendidas en el aire”, apunta el epidemiólogo.

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No está demostrado que el virus pueda permanecer en el aire largos períodos de tiempo y la OMS llama a tomarse con cautela los artículos que sugieren que existe la transmisión aérea, ya que o no han sido revisados por pares o no indican la presencia viable de virus transmisible en el aire. Como siempre, importan los matices.

“Lo de la transmisión aérea está por demostrarse”, incide Raúl Ortiz de Lejarazu, profesor de Microbiología y ex director del Centro Nacional de Gripe de Valladolid. “Desde luego, lo que sabemos es que se transmite por gotitas. No se sabe la pervivencia del virus en el aire, con lo cual es relativo. Es una hipótesis, y es probable, por eso hay que tener precauciones, pero tampoco obsesionarse o neurotizarse con la transmisión por fómites y perder de vista los principales peligros, como estar hablando de frente con una persona infectada durante más de 15 o 20 minutos sin ningún tipo de protección o ponerse a discutir de fútbol a voces sin guardar los dos metros de distancia”, aclara.

¿Se transmite por el aire? Entre comillas. No es una bacteria, un ántrax o una legionela. Pero, ciertamente, si estás en un ambiente cerrado y no recirculas el aire, te puedes contagiar. Es un matiz importante

“Todas esas cosas pintorescas que andamos poniendo, como arcos de fumigación a la entrada de los pueblos o desinfecciones de pies, tienen su gracia, pero no nos deben despistar de lo importante”, señala el virólogo. “El virus no está debajo de las piedras o en la suela de los zapatos. A mí lo que me da miedo es ver un autobús lleno de gente, o un partido de fútbol, o una playa hacinada”, advierte.

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“¿Se transmite por el aire? Entre comillas. No es una bacteria, un ántrax o una legionela. Pero, ciertamente, si estás en un ambiente cerrado y no recirculas el aire, te puedes contagiar. Es un matiz importante”, afirma David Bernardo, experto en Inmunología del Instituto de Biología y Genética Molecular. “No se puede descartar, de momento, la transmisión aérea del coronavirus, pero no es comparable, por ejemplo, con la legionela, una bacteria que va por el aire acondicionado y que casi todos los veranos produce un brote. La legionela es una bacteria, un organismo vivo que se puede reproducir fuera del organismo, y el SARS-Cov2 es un virus; está entre la vida y la muerte, es un parásito que por sí solo no puede replicarse y es muy altamente improbable que se pueda transmitir por el aire”, abunda.

“La inmensa mayoría de los casos registrados se han producido en espacios cerrados, donde quedaría el virus concentrado; pero no quiere decir que sea una transmisión aérea, sino por contacto con alguien que habla o similar. Si llevamos mascarillas es para evitar las gotas de saliva que echamos al hablar, y que son las que contagian”, aclara Bernardo.

“Sería como en el caso del virus de la gripe. En verano también pulula el virus entre nosotros, pero tenemos las ventanas abiertas, ventilamos más, estamos más en el exterior. En invierno, si alguien estornuda siendo portador, el virus queda ahí concentrado. Ese es el problema. No es que el virus vaya en el aire acondicionado, por ejemplo, sino en el aire viciado, no ventilado”, explica el inmunólogo.

Visto en Huffington Post

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