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Cerveza, refrescos, infusiones, leche… Se supone que todas quitan igualmente la sed, pero no es cierto. Aunque hay muchas opciones más allá del agua, no todas son saludables y algunas tienen el efecto contrario: la deshidratación.

Altice

El agua es siempre la mejor opción para una correcta hidratación, pero también se puede recurrir -aunque en menor medida- a otras bebidas. Con la llegada del verano y las altas temperaturas, “la pérdida de agua se incrementa y, por ello, las recomendaciones de hidratación aumentan”, resalta Leila Pérez, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas.

No hay que olvidar que el agua es el componente mayoritario del organismo. “Juega un papel muy importante como termorregulador (mantiene nuestra temperatura corporal), interviene activamente en los procesos fisiológicos de digestión, absorción y eliminación de residuos metabólicos y mantiene las funciones vitales corporales”, resume Maite Navarro, miembro de la Junta Ejecutiva del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (Codinucova) y dietista-nutricionista.

Beber solo agua puede resultar tedioso. ¿Qué otras bebidas son refrescantes y ayudan a llegar a unos niveles adecuados de hidratación? Empecemos por las que no contribuyen en absoluto a calmar la sed y, además, pueden resultar nocivas para la salud.

¿Una cerveza bien fría?

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Muchas personas consideran que no hay nada mejor que una cerveza bien fresca para aplacar la sed en un día caluroso. La sensación inicial va en esa dirección, pero a la larga se produce el efecto contrario. Las dietistas-nutricionistas explican por qué. Navarro es tajante: “La cerveza no quita la sed, ya que las bebidas alcohólicas producen deshidratación por su efecto diurético. Si al consumo de cerveza le añadimos las altas temperaturas, aumenta la posibilidad de entrar en un proceso de deshidratación”.

Pérez tampoco hace concesiones. “Con respecto a las bebidas alcohólicas, como profesionales sanitarios debemos seguir transmitiendo el importante mensaje de que no existe un consumo saludable, a lo que hay que agregar que no son una buena opción para hidratarnos”, alega. Lo que sucede es que “el alcohol inhibe la activación de la hormona antidiurética, favoreciendo la diuresis; es decir, que orinemos con más frecuencia, perdamos más líquido al hacerlo y nos deshidratemos”. De hecho, “uno de los efectos de la famosa resaca es la deshidratación”.

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Otras bebidas poco recomendables en verano

La lista de bebidas cuyo poder hidratante es entre escaso y nulo es bastante extensa: las bebidas azucaradas o edulcoradas, zumos de frutas, concentrados de líquidos, concentrados en polvo, bebidas energéticas, té y café … todas ellas contienen azúcares simples y no ayudan a la hidratación

“Además, el consumo habitual de estas bebidas como sustitutos del agua, aumenta la probabilidad de tener sobrepeso y favorece el riesgo de enfermedades como diabetesobesidad y caries”, indica Navarro.

El consumo excesivo de bebidas con alto contenido en cafeína aumenta la diuresis, por lo que tampoco ayudan a la hidratación.

Opciones para beber algo más que agua

En realidad, puesto que el agua ejerce unos efectos insustituibles, las bebidas que pueden servir para romper la monotonía e ingerir algo diferente tienen una base netamente hídrica.

Una buena opción es la leche sola. También las infusiones, así como agua a la que se añada algún ingrediente que no aporte azúcar y le confiera un sabor agradable, como corteza de limón, rodajas de pepino u hojas de menta. Y eso es prácticamente todo. El resto de bebidas, o bien son alcohólicas, o bien contienen demasiado azúcar.

Un buen complemento son las frutas y verduras, como sandía, melón, melocotón, tomate, pepino, lechuga… Todas ellas tienen un alto contenido en agua, por lo que, según comenta Navarro, “su consumo durante los periodos de altas temperaturas puede contribuir a mantener una buena hidratación y evitar la sensación de sed”.

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Perez señala que el líquido “representa de manera aproximada un 70% del peso de nuestro cuerpo. Para mantener o recuperar la cantidad necesaria, debe aportarse aproximadamente un 80% a través de agua, y el 20% restante con otras bebidas o alimentos ricos en agua, tales como frutas, verduras, hortalizas, infusiones, caldos, leche…”.

Consejos para una hidratación óptima

Está claro que aplacar la sed en verano e hidratarse correctamente deben ir siempre de la mano. Para asegurar ambas cosas, basta con seguir estas sencillas recomendaciones:

  • Beber entre 1,5 y 2 litros al día de líquido (preferentemente agua) para compensar las pérdidas del sudor y la orina.
     
  • Beber antes de tener sed. El mecanismo de la sed es un estímulo que aparece cuando ya estamos por debajo del nivel adecuado de hidratación.
     
  • Con temperaturas altas (por encima de 30ºC) y mayor humedad ambiental la pérdida de agua es mayor, por lo que habrá que aumentar la ingesta.
     
  • A partir de 30 minutos de ejercicio es fundamental rehidratarse. Para un ejercicio de intensidad leve o moderada se recomienda beber 150-250 cc de agua cada 20 minutos desde el comienzo.
     
  • Con el fin de aprovechar al máximo su poder hidratante, la temperatura del agua no debe ser inferior a 10-15º C.

Para concluir, Pérez cree que es necesario tener presente “que es en la infancia donde se adquieren los hábitos alimentarios”. Por ello, considera que “desde edades tempranas debemos estimular y educar a los más pequeños para que el agua sea su bebida principal, tanto durante como fuera de las comidas, en lugar de las bebidas azucaradas, lo que contribuirá a prevenir la obesidad infantil y fomentar unos buenos hábitos”.

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