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Un alto índice de masa corporal en los últimos años de la adolescencia indica un mayor riesgo de un primer infarto cerebral antes de los 50 años de edad, tanto en hombres como en mujeres, según un artículo que publica hoy la revista Stroke.

Altice

El infarto cerebral isquémico ocurre cuando un coágulo sanguíneo o el estrechamiento arterial obstruye la circulación en un vaso sanguíneo en el cerebro, impidiendo el flujo de sangre hacia este órgano. En pocos minutos las células del cerebro empiezan a morir.

El estudio analiza la relación entre el índice de masa corporal (IMC) y la aparición de un primer infarto en personas menores de 50 años. El campo de estudio fueron 1,9 millones de hombres y mujeres que habían tenido un examen médico completo entre 1985 y 2013.

En el período de seguimiento de todos los participantes, entre 2014 y 2018, los investigadores encontraron 1.088 infartos, de los cuales 921 fueron isquémicos y 167 hemorrágicos (o derrame cerebral). La edad promedio de estos infartos fue de 41 años.

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Comparados con participantes que en el examen médico habían registrado IMC bajo o normal, los adolescentes en la categoría de sobrepeso mostraban un riesgo dos veces más alto de infarto antes de los 50 años de edad, y los adolescentes obesos tenían un riesgo 3,4 veces mayor.

El artículo apunta además que los adolescentes con IMC normal alto eran más propensos a tener un infarto antes de cumplir los 50 años, que los que se situaban en el grupo de IMC normal bajo.

Cuando se consideró el factor de diabetes tipo 2, los adolescentes que habían estado en las categorías de sobrepeso tenían un riesgo 1,6 veces más alto de infarto, y los que figuraban en el grupo de obesos, tenían un riesgo 2,4 veces más alto de sufrir un infarto.

“Nuestras conclusiones muestran la importancia de un tratamiento y la prevención de los IMC normales altos y excesivamente altos durante la adolescencia”, indicó Gilad Twig, profesor del Cuerpo Médico de las Fuerzas de Defensa de Israel y uno de los autores del estudio.

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Como recuerda Twig, este estudio es “el primero que muestra que los riesgos de infarto asociados con valores de IMC elevados son los mismos para hombres y para mujeres”.

“Los adultos que sobreviven a un infarto temprano en la vida encaran consecuencias funcionales negativas que pueden conducir a la pérdida del empleo, la ansiedad y la depresión”, apuntó este experto.

La publicación de la Asociación Estadounidense de Infarto, una división de la Asociación Cardiaca Estadounidense, señaló que “al tiempo que las tasas de obesidad adolescente e infarto entre adultos menores de 50 años siguen aumentando en todo el mundo, la vinculación entre ambas condiciones no se comprende plenamente”.

Lo que sí es claro, apuntó Twig, es que “los costes directos e indirectos atribuidos a la prevención y atención del infarto son altos, y se espera que sigan aumentando, dado que continúa subiendo la tasa de infartos”.

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