La dura realidad de Deidamia Cabrera y su familia en Navidad
Descalza y rodeada de lodo y basura, Deidamia Cabrera enfrentaba una fría mañana de viernes en su pequeña casa precaria. Ese día, un equipo de Listín Diario visitó a esta mujer que lucha por sacar adelante a sus siete hijos en condiciones extremas.
Una cocina de esperanza entre la pobreza
En un anafe de gas, Deidamia cocinaba un poco de arroz con guandules. La falta de recursos le impidió comprar carne, por lo que aquella comida simple tenía la misión de “matar el hambre” de su numerosa familia. Sus ojos se iluminaron al ver a la reportera y al fotógrafo: por fin alguien conocería su historia.
Su sueño es tener un hogar más digno donde pueda “ponerle bombillitos” esta Navidad 24 de diciembre, pero su precaria situación económica se lo impide. Mientras ella cuida a los más pequeños, sus dos hijos mayores trabajan en la construcción para llevar comida a casa.
Diciembre, un mes sin fiestas ni alegrías
Para esta familia de ocho integrantes, diciembre no significa banquetes, villancicos ni ropa nueva. Apenas logran sobrevivir a la escasez de recursos y la pobreza que los rodea. Ese viernes, los niños jugaban descalzos entre varillas y basura, en un terreno inundado tras la lluvia.
Para entrar a su hogar de madera y zinc, había que saltar un charco. Los niños son: Pedro Miguel (6 años), Daniel (8), Darian (10), Darianny (12), Deiry (15) y Emerson (19). Todos recibieron con risas al equipo de este diario, mientras Devilson (17 años) trabajaba.
El dolor de una madre que lucha contra la adversidad
Al hablar de sus necesidades, Deidamia se emociona hasta las lágrimas. Con esfuerzo evita quebrarse al recordar que cinco de sus hijos no asisten a la escuela, que hace tres meses dos de ellos sufrieron dengue y que no puede llevarlos al pediatra por carecer de seguro médico.
Muchos se preguntarán dónde están los padres de sus hijos. El padre de Devilson y Emerson falleció, mientras que el de los otros cinco es un anciano en San Juan de la Maguana que maltrataba a Deidamia. Por ello, hace seis años ella se mudó a la capital con ayuda de un hermano, quien le pagaba una habitación de RD$1,200.
Un refugio pequeño y precario, pero lleno de esperanza
Más tarde, Deidamia construyó su casita actual con mucho esfuerzo. Aunque en condiciones precarias, es su refugio. Solo cuenta con tres camas, una mesa deteriorada sin sillas, un televisor pequeño, una estufa de una hornilla y una nevera y lavadora que no funcionan.
El espacio es limitado; una pequeña galería de piso de tierra, sin sillas, es su lugar de reunión. Por eso, el sueño de Emerson es que su madre tenga una casa “linda”, para que sea feliz y puedan pasar una Navidad “como otras familias”.
Crédito: Listín Diario

