Anna Nicole Smith falleció el 8 de febrero de 2007. Cómo conoció al petrolero de 86 años en un club de strippers. Su obsesión por los implantes mamarios que la llevaron a tener dolores de espalda insoportables. La fortuna de 1.600 millones de dólares que se perdió y los detalles de la autopsia de la playmate
Por Mariano Jasovich
La conejita de playboy Anna Nicole Smith tenía 39 años cuando apareció inconsciente en la suite de un hotel Hard Rock en Miami, Florida. La encontró su enfermera personal y avisó a la recepción del hotel. Fue un 8 de febrero del 2007. Los paramédicos llegaron rápido hasta la habitación e intentaron reanimarla con maniobras de RCP, pero Smith fue declarada muerta en un hospital cercano solo unos minutos más tarde. Este último capítulo en la habitación de un hotel del sur de Estados Unidos fue el último capítulo de una vida siempre al límite. Estuvo marcada por sus adicciones y por el ascenso a la fama a través de la exposición de su cuerpo, ya sea en campañas publicitarias, tapas de Playboy o clubs de strippers del medio oeste estadounidense.
Pero antes de su último capítulo, Anna fue una adolescente que dejó la escuela en Texas para convertirse en camarera de un restaurante de pollo frito. Allí, se enamoró de otro de los camareros del local, Billy Smith, con quien se casó a los 17 años y tuvo a su hijo Daniel.
Luego dejó atrás su trabajo de camarera. Lo cambio por uno de stripper en Houston. Desde allí, a Smith le dio un día por responder a un anuncio que buscaba modelos para la revista Playboy.
Anna entra al mundo Playboy
Hugh Hefner vio algo en ella que le gustó mucho, así que la llevó hasta Los Ángeles y la convirtió en la protagonista de su portada de marzo de 1992. El éxito sería total y la chica se convertiría en playmate de ese año.
Ella misma contaría cómo se inició en los bares: “Un día entré a un club de strippers creyendo que era un bar y el encargado me dio unos tragos y me convenció de que bailara en topless. Me fui mortificada, pero con US$50 en el bolsillo. A partir de ese momento, debo haber bailado en topless en todos los clubs de la ciudad”.
Pero una noche, mientras bailaba semidesnuda agarrada de un caño y soportaba la mirada lasciva de los hombres, un hecho cambiaría su vida para siempre una vez más. El magnate petrolero James Howard Marshall, quien había quedado viudo hace poco tiempo, acudió al club privado en el que la chica trabajaba como bailarina de striptease.
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El millonario de 86 años quedó obnubilado por la belleza de la rubia y empezó a agasajarla con regalos y atenciones
Muchos años después Anna contaría cómo fue esa primera noche. Cómo en el primer acercamiento no le creyó a ese anciano que intentaba sobresalir de los otros clientes que pugnaban por conocer a la rubia. Fui a comer con Marshall y luego fuimos a una habitación de un hotel 5 estrellas. No recuerdo el nombre. Le hice un show privado, él solo miraba y aplaudía. Al finalizar, me dijo ‘No te vayas, amor. No vas a tener que volver a trabajar nunca más´. Y me conquistó para siempre”.
En una entrevista con Larry King, en uno de los programas más vistos de la TV de Estados Unidos, Anna admitió que nunca sintió atracción física hacia Marshall. En ese momento, Larry la miró cómplice y mandó a un corte sin más preguntas sobre la vida amorosa de la playmate.
Marshall seguía con el operativo de seducción de Anna. Les regaló joyas, un rancho en California, autos convertibles de alta gama. El anciano millonario había vuelto a vivir. Salía la pareja junto al hijo de Anna. Comían en sitios al costado de la ruta como en los que la chica se había iniciado como camarera a los 17 años. Smith veía como otras chicas muy parecidas a ella le acercaban el menú o le retiraban los platos. Anna les sonreía con complicidad. “Vos también podés llegar lejos si te lo propones”, les decía con la mirada mientras acariciaba la mano arrugada de su novio.
Mientras tanto, la blonda avanzaba en el mundo y escalaba posiciones en la mansión de Heffner. Para seguir vigente en el mundo de Playboy, se sometió también a operaciones de aumento de pecho que, con el tiempo, le acarrearon fuertes dolores de espalda.
Muchas noches Anna aguantaba los problemas en su columna vertébral con la ayuda del Vicodin, un medicamento recetado que contiene analgésicos como codeína y paracetamol, al que pronto se volvería adicta. Así, el frasquito con las píldoras calmantes convivían en la cartera de Smith con otras drogas. Cada noche, casi al alba, al volver a su casa la rubia clavaba un par de esas pastillas que ella ”creía mágicas” con un vaso de whisky o vodka. Luego se dormía.
El casamiento de Marshall y Anna Nicole
Entonces tras un breve y vertiginoso romance, Marshall y Anna se casaron. Eso no fue todo: se casaron de blanco y Daniel, el hijo de Smith, fue el encargado de llevar los anillos hasta el altar. Ella lucía un vestido ceñido al cuerpo y un escote profundo. El novio entró en silla de ruedas. Tras el beso en la boca de la pareja ya casada, liberaron juntos dos palomas blancas desde el atrio.
La pareja se instaló en una mansión palaciega que al instante fue rodeada por curiosos y paparazzis. La falta de intimidad volvió a Smith paranoica. Abusaba de las drogas y se asomaba por las ventanas. Veía sombras detrás de los árboles. En agosto de 1995, tras 14 meses de feliz matrimonio, Marshall murió sin incluir a Smith en su testamento. Se había terminado el cuento de hadas para Anna.
La muerte del anciano dejó tocada a Smith. Tenía que volver a empezar de cero. Pese a ser la viuda de un petrolero multimillonario, se había quedado sin nada. A todo se le agregó otro problema. La antigua niñera de su hijo, María Cerrato, la llevara en 1996 a los tribunales y la acusada de acoso sexual. La Justicia falló a favor de la cuidadora del niño y la obligó a pagarle 800 mil dólares.
Pero Anna no se iba a rendir tan fácil, iba a presentar la batalla legal por la fortuna de su marido. Mientras litigaba contra el hijo del petrolero, la tensión y el estrés la hizo aumentar el consumo de benzodiacepinas y alcohol. Pierce Marshall, hijo del difunto James, no dio el brazo a torcer. No era para menos estaba en juego una fortuna valorada en 1.600 millones de dólares.
La caída de Smith
A principios de la década de 2000, con todos los frentes de batallas abiertos, la playmate apenas recibía ofertas como actriz y, además, luchaba por bajar de peso. En realidad, Smith desconocía que sufría tiroiditis crónica, una afección que a menudo alteraba el equilibrio de su cuerpo y su ánimo.
Aun así, en el verano de 2002, pudo estrenar en la cadena de televisión por cable E! su propio reality show, The Anna Nicole Show, donde lo mismo aparecía hablando constantemente de sexo, como salía acudiendo al dentista o dando Prozac a su perro. Al mismo tiempo, fue capaz de recuperar su esbelta figura, y hasta se convirtió en imagen de la compañía de productos dietéticos TrimSpa. Era un volver a vivir para la rubia. Sentía que todavía podía reinventarse una vez más.
Pero mientras seguía en litigios y la fortuna de Marshall se le escurría entre los dedos como arena, Smith volvió a caer en las drogas duras y las depresiones. En su última época tomaba 70 medicamentos diferentes. En esos años entró y se escapó varias veces de rehabilitación. Se mostró en eventos públicos en forma extraña e impredecible. Todos en el medio comentaban por lo bajo el estado de la playmate. También volvió a ser madre en agosto de 2006.
El hijo mayor de Smith le tenía miedo a volar. Hizo el esfuerzo, tomó unos sedantes y se tomó un avión para acompañar a su mamá en el parto de su hermano. Momentos después de llegar al lugar, Daniel se quedó dormido y ya no volvió a despertar. Según un médico forense, la muerte del joven fue el resultado accidental de la interacción de la metadona con los antidepresivos. La tragedia sucedió 3 días después del nacimiento de Danielyn, la segunda hija de Anna Nicole.
Los medios sensacionalistas de Estados Unidos culparon a Anna Nicole por la muerte de su hijo. Revelaron que la stripper había estado comprando metadona con un nombre falso hasta el octavo mes de embarazo.
Comenzaba la caída final la que la llevaría a la muerte. Smith nunca pudo superar la muerte de Daniel. Se le aparecía en sueños la imagen del chico dormido para siempre en la cama del hospital en la que ella tres días antes había dado a luz a su segunda hija. Entonces, la playmate cayó en una depresión severa. Ya casi no dormía por las noches, aunque se pasaba todo el día en la cama sin bañarse, ni ver a casi nadie.
El final de la conejita
Ya en 2007, Smith viajó a Florida junto a su última pareja, el abogado Howard Stern, y si psiquiatra, la doctora Khristine Eroshevich, que funcionaba como contención para Anna Nicole.
Smith llegó hasta las playas de Miami con náuseas y fiebre alta. Ya no podía más con su cuerpo. Junto a ella siempre la acompañaba un guardaespaldas que le pedía por favor que se haga ver en la guardia de un hospital. Anna Nicole se negaba. No quería que los paparazzis que montaban guardia en la puerta de su hotel le sacaran una foto en ese estado. Ya se imaginaba en las tapas de todos los diarios sensacionalistas. Entonces, la stripper siguió con fiebre cada vez más alta. Muchas noches deliraba y apenas se calmaba por algunas horas durante la madrugada. La fiebre persistió, aunque nadie conocía su verdadero origen y, en la tarde del día 8 de febrero, Anna Nicole Smith murió.
Según reveló en rueda de prensa Joshua Perper, médico forense que practicó la autopsia sobre el cadáver, Smith falleció como consecuencia de una “intoxicación por combinación de medicamentos”.
Smith fue enterrada junto a su hijo Daniel en Bahamas
En el documento, Paper también reveló detalles escabrosos de los últimos días de Smith. “Sus nalgas presentaban múltiples cicatrices, heridas que correspondían a repetidas inyecciones”, escribió el especialista. En ese sentido, los diarios estadounidenses escribieron que Smith llevaba un tiempo pinchándose con vitaminas para mantenerse flaca. Alguna de esas intervenciones daño el tejido de su cuerpo. Así se formó una infección escondida bajo su piel. El forense señaló que aquel absceso infectado fue probablemente el causante de la fiebre misteriosa.
Así como toda su vida, la autopsia de Anna Nicole reveló exactamente cómo fueron sus últimos minutos de vida. Qué sintió mientras volaba de fiebre en el hotel de Miami. “Sufrió un shock séptico. Esto hizo que la presión sanguínea cayera a niveles muy bajos. Además, la combinación de cuatro tipos de benzodiacepinas y el hidrato de cloral ya habían disminuido el trabajo de los pulmones”. Así, sin poder oxigenar, el cuerpo de la chica dijo basta un 8 de febrero.
Atrás quedaron sus inicios en los bares de Texas como stripper, su irrupción en el mundo de fantasías sexuales de Playboy y su escandaloso casamiento con un petrolero de 86 años que le había prometido una vida sin trabajar. Su marido murió y en ese momento se enteró que no la había puesto en su testamento. Se perdía la friolera de quedarse con parte de los 1.600 millones de dólares de la fortuna de Marshall.
Ya muerta, las polémicas alrededor de su vida siguieron. Con el cuerpo aún caliente de la rubia, hubo una disputa entre la mamá de Smith y Stern, su último novio abogado. Se peleaban por el lugar dónde enterrar su cuerpo. El litigio una vez más llegó hasta la Justicia y un magistrado de Florida decidió que Anna Nicole descansara para siempre junto a su hijo Daniel, en Bahamas. Una vez más la tragedia los unía en el destino final de sus cuerpos.