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Por JUAN T H

Altice

“Se    pueden perder unas elecciones, pero nunca perder la dignidad y la vergüenza”. Luis Abinader.

Hasta ahora todo va bien. La Junta Central Electoral, encabezada por el doctor Román Jáquez, ha demostrado capacidad, carácter, tacto, prudencia y sentido común, aunque no siempre sea el más común de los sentidos, sobre todo en la mal llamada “clase política dominicana”, que no parece trabajar por la institucionalidad del país.

Quiere decir, mis amigos, que la JCE, en esta ocasión, contrario a lo que sucedió durante los gobiernos del PLD, Leonel-Danilo, no es un problema, al contrario, forma parte de la solución.

Si la JCE no es un problema, ¿cuál es el problema? El problema es que no hay problema, que el problema lo quiere crear Leonel Fernández, Danilo Medina, Miguel Vargas, entre otros opositores, que saben, de antemano, que están derrotados, que el presidente Luís Abinader ganará las elecciones del próximo domingo, en primera vuelta, con un amplio margen.

El gobierno del presidente Abinader le ha dado a la JCE todo lo que ordena la ley. Y algo más. De igual modo, la oposición ha sido complacida por el mandatario haciendo lo que la ley no le ordena, solo para que no haya excusas, porque, si en este proceso hay alguien que no está obsesionado con el poder, es precisamente el presidente Abinader, poque, como dijo en La Semana, “se puede perder unas elecciones, pero nunca perder la dignidad y la vergüenza”.

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Todos sabemos que la oposición busca la manera de justificar la aplastante derroque que le espera. Pero no hay excusas válidas. Ni la JCE, ni el gobierno, han creado situaciones que pudieran provocar dañar el proceso electoral; por el contrario, tanto la JCE, como el gobierno, han dado plena garantías constituciones para unos comicios libres y transparentes.

Al presidente Abinader no le interesa -lo ha demostrado- controlar o dirigir, desde el Ejecutivo, el tribunal electoral. El presidente del pleno de la JCE, Román Jáquez, como ninguno de los demás miembros, pueden decir que el mandatario, ni ningún otro funcionario, los ha presionado, llamado u ordenado que hagan tal o cual cosa. Los miembros del pleno de la JCE han sido respetados en sus decisiones. No ha habido injerencia oficialista.

Los tiempos en que el gobierno controlaba o intentaba controlar y dirigir toda la estructura de la JCE, incluyendo el departamento de cómputos, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, terminaron. Al presidente Abinader, ni al PRM, le interesa. Los tiempos han cambiado. En la JCE el cambio es una realidad.

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Con relación a la JCE y al gobierno, no hay “secretos”. El único “secreto” es el que no ha revelado el expresidente Leonel Fernández. Después en el país no hay “secretos”: ¡Luís Abinader cuatro años más!

Con todas las garantías de pluralidad, libertad y transparencia que ofrece, tanto la JCE, como el gobierno, la gente debe estar confiada en que sus derechos constitucionales serán respetados. Los ciudadanos deben acudir masivamente a los centros de votación para ejercer su derecho al sufragio.

La oposición apuesta a la abstención, al desorden, incluso a la violencia. La JCE apuesta a la tranquilidad del proceso, a la transparencia en los resultados. El presidente Abinader y el PRM por igual apuestan a la transparencia, a que los resultados sean dados a conocer sin mayores inconvenientes.

Estas elecciones prometen ser las más claras, libres, democráticas y transparente de todas las elecciones que se han realizado en los últimos años. A eso apuesto yo. Por eso, el próximo domingo, acudiré a votar por todos los candidatos del PRM, incluyendo, por supuesto, por el presidente Luís Abinader, porque, como dice el slogan, ¡el cambio sigue, por el bien del país y del pueblo dominicano, por supuesto!

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