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El guardia civil que la investigó en Burgos declara que todo el pasado de la acusada en la ciudad apuntaba a “interés económico” en sus vaivenes de pareja y en su carácter “manipulador”

“Decían que su padre se moría entre dolores, se quejaba, y ella seguía jugando a la tableta sentada al lado”. “Otros contaban que cuando iba a morir su padre suscribió una póliza de seguros en favor de ella por valor de 30.000 euros”. “Con su primer marido estuvo hasta que se le acabó el dinero que le había tocado en la lotería. Luego, lo dejó”.

Altice

La presunta ambición económica de Ana Julia Quezada, quien tendría interés en disfrutar la finca valorada en 500.000 euros de su pareja, Ángel Cruz, y en cuya ecuación vital sobraría el menor Gabriel Cruz, según la tesis de la acusación, ha emergido esta mañana en el juicio contra la dominicana de 45 años por la muerte del niño, de ocho años, el 27 de febrero de 2018 en Níjar (Almería).

Este aspecto crematístico del crimen ha surgido esta mañana en la tercera vista del juicio, que se celebra en la Audiencia Provincial de Almería, con la declaración del guardia civil que se dedicó a investigar el pasado de Ana Julia en Burgos, la ciudad a la que llegó a España, desde República Dominicana, en 1992, con 19 años.

FRÍA, CALCULADORA Y MUY AMBICIOSA
“Las entrevistas que realizamos coincidían todas en la frialdad de ella, en que calcula, en que puede ser muy calurosa y cariñosa si quiere pero también al revés”, ha declarado el agente, que se entrevistó con familiares de sus tres ex parejas, y con una de ellas y su ex marido. “Y, sobre todo, en el interés económico, en cómo se movía sobre todo por él”.

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Sin precisar los datos asignables a cada caso, el agente ha narrado: “Con una ex pareja que estaba enferma y tenía cáncer, sus hijos se quejaban de que cuando su padre estaba pasando dolores y sufriendo mucho, ella se sentaba al lado y jugaba con su tableta… Él, además, tenía 16 años más que ella. En los tres casos se referían sospechas o evidencias de que ella tenía interés económico o se había movido por interés económico”, ha explicado.

La hija de Ana Julia Quezada: “Nunca he sentido que me haya querido como una madre”
A su primer marido y padre de su hija Judith, Miguel Ángel Redondo, con el que llevaba desde 1992, año que ella se había iniciado trabajando en el prostíbulo Las Malvinas, le tocó la lotería en 2004. “Pues lo que refería su entorno y así pudimos recoger es que ella estuvo con él hasta que se le acabó el dinero, en 2009. Luego, sencillamente lo dejó”. Los problemas surgieron entonces entre ambos y Redondo fue condenado por violencia de género tras varias broncas con Quezada.

Los hijos de F.J.S, 16 años mayor que Ana Julia, se quejaron a la Guardia Civil en aquellos momentos en que se investigaba el pasado de la mujer de que Quezada le obligó a suscribir un seguro de vida en favor de ella cuando él ya estaba muy enfermo. La llegaron a denunciar por quedarse con los 30.000 euros del seguro y con efectos personales de él, y aseguran que el hombre era alcohólico y “ella le incitaba a beber más”.

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Obligó a su pareja, enfermo de cáncer, a suscribir un seguro de vida en favor de ella

LOS HIJOS DE F. J. S., 16 AÑOS MAYOR QUE ANA JULIA
Estas fuentes referían también problemas de convivencia con Quezada, que tenía un carácter “manipulador” y “cambiante según sus intereses”. La hija de una de sus ex parejas recibió una denuncia por parte de ella por llamarla, supuestamente, “negra de mierda” y por decirle “vete a tu país”. Ana Julia fue también denunciada en el lance.

El paso de la homicida confesa de Gabriel Cruz por Burgos terminó no obstante de forma un tanto abrupta -tanto que su propia hija ha comentado en sala que se enteró a posteriori- en 2015, tras 23 años en la ciudad. Poco antes había conocido a Sergio Melguizo, un hombre en la cuarentena, con coleta y aficionado a la música, un perfil muy alejado de los hombres mayores de los que solía rodearse.

Con Melguizo Ana Julia vio, presuntamente, la posibilidad de hacer borrón y cuenta nueva en un entorno muy fácil para ello, no muy accesible incluso: Las Negras, un recóndito paraje en el Cabo de Gata. Después, apenas un año más tarde y tras traspasar el garito que abrió con Melguizo, el Black, de Sergio pasó a Ángel Cruz, a quien conoció en la Nochevieja de 2016. Lo demás es historia.  elmundo.es

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