Amazonia en riesgo: más allá de los incendios forestales
AFP – Aunque los incendios forestales han puesto en el foco internacional la vulnerabilidad de la Amazonia, esta vasta selva tropical enfrenta amenazas igualmente graves. La deforestación causada por la agricultura y ganadería intensiva, la extracción minera y la ocupación ilegal de tierras son factores que ponen en peligro el pulmón verde del planeta.
Agricultura y ganadería: la principal causa de deforestación en la Amazonia
La Amazonia, con una extensión de cerca de 5,5 millones de km² repartidos entre nueve países – Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guayana Francesa, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela – sufre un avance acelerado de la frontera agrícola. Este fenómeno es el motor principal de la pérdida de bosque virgen en la región.
José Luis Capella, director de un programa de protección forestal en Perú, país que alberga la mitad de su territorio en la Amazonia, confirma que la agricultura y la ganadería son las mayores amenazas. En Ecuador, la superficie agrícola en la Amazonia creció un 23 % entre 2000 y 2017, según la científica Carmen Josse, de la fundación Ecociencia.
En países como Brasil, Perú, Ecuador y Bolivia, agricultores talan árboles y queman tierras para ampliar áreas agrícolas y ganaderas, lo que a menudo provoca incendios incontrolables. Este año, Bolivia amplió la superficie permitida para el cultivo mediante tala y quema de 5 a 20 hectáreas, una medida criticada por ambientalistas.
Además, en Colombia y Perú, la deforestación está vinculada a cultivos ilegales de hoja de coca. Según la ONU, 169.000 hectáreas de bosque amazónico colombiano se destinan a este cultivo ilícito, intensificando la degradación ambiental.
Extracción minera: un daño irreversible para la selva amazónica
La minería, tanto legal como ilegal, representa otra amenaza grave en países como Venezuela, Perú, Surinam, Guyana y la Guayana Francesa. Esta actividad provoca la tala masiva de árboles y la contaminación de ríos y suelos con sustancias tóxicas como el mercurio, usado para extraer oro y otros minerales.
El Gran Consejo de los Pueblos Indígenas de Guyana destacó en un foro reciente que “el fuego no es el único peligro para la Amazonia”, señalando la gran responsabilidad de la minería en la destrucción del ecosistema.
Desde 2003, la Oficina Nacional Forestal (ONF) de la Guayana Francesa ha registrado la pérdida de 29.000 hectáreas de bosque debido a la extracción de oro. En Venezuela, donde la selva cubre el 50 % del territorio, el gobierno de Nicolás Maduro ha intensificado la explotación de bauxita, coltán, diamantes y oro desde 2016 en más de 110.000 km².
Cecilia Gómez Miliani, de la ONG venezolana Vitalis, advierte que la minería causa daños más severos que los incendios, destruyendo la vegetación, provocando erosión, contaminación con mercurio y desplazamientos poblacionales.
Para Carmen Josse, el impacto más preocupante es la deforestación permanente causada por la extracción minera, que remueve capas de suelo e impide la regeneración natural del bosque.
En respuesta, los gobiernos de Perú y Colombia han lanzado operativos contra la minería ilegal en 2024. Colombia desplegó 22.300 policías y militares para proteger especialmente el bosque tropical húmedo, mientras que Perú inició en febrero una campaña militar con 1.400 efectivos en la región de Madre de Dios.
Ocupación ilegal de tierras: un problema creciente para la Amazonia
La invasión y acaparamiento de tierras en zonas amazónicas con escaso control estatal agrava la crisis ambiental. Grupos que se instalan ilegalmente buscan luego legalizar su posesión, impulsados por intereses políticos y empresariales.
Carolina Urrutia, directora de la iniciativa colombiana Parques Cómo Vamos, explica que la ocupación de tierras va más allá de la ganadería y refleja una estrategia para apropiarse de terrenos con fines especulativos.
Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible, coincide en que la falta de control institucional sobre el mercado informal y la apropiación de tierras baldías alimentan este fenómeno.
Ante la presión ambiental, Bolivia anunció una “pausa ecológica” que prohíbe la reventa de tierras afectadas por incendios. Desde mayo, más de 1,2 millones de hectáreas han sido deforestadas en el país.
Además, la riqueza natural de la Amazonia atrae a taladores ilegales que explotan especies en peligro, como el cedro y la caoba, incrementando la amenaza sobre la biodiversidad regional.
Conclusión
La Amazonia, el mayor bosque tropical del mundo, enfrenta una crisis ambiental multifacética. La agricultura intensiva, la minería devastadora y la ocupación ilegal de tierras son amenazas que requieren atención urgente de gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad civil para preservar este invaluable ecosistema.

