Bartolo García
El presidente Luis Abinader respondió este lunes al comunicado emitido por la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), en el que los obispos llamaron al Gobierno a no utilizar los hospitales como puntos de control migratorio y a frenar los discursos xenófobos contra ciudadanos haitianos en el país.
Durante su alocución en “La Semanal con la Prensa”, el mandatario reconoció el valor de los aportes tanto de la Iglesia Católica como de los concilios evangélicos, señalando que sus recomendaciones siempre son escuchadas y analizadas por el Gobierno. Sin embargo, fue claro al afirmar que la situación actual con Haití requiere acciones extraordinarias.
“La situación en Haití no es un problema migratorio tradicional. Es una crisis humanitaria, política y de seguridad sin precedentes. Por eso hemos tenido que tomar y seguiremos tomando decisiones excepcionales para proteger la estabilidad de la República Dominicana”, sostuvo Abinader.
El comunicado de la CED, difundido el domingo tras su 63ª Asamblea Plenaria, expresaba preocupación por las redadas migratorias en centros de salud y exhortaba a las autoridades a enfocarse en perseguir a quienes trafican con personas, en lugar de crear un clima de temor en los hospitales.
En ese sentido, el Episcopado valoró los esfuerzos solidarios del Gobierno en materia de salud y educación para la población haitiana, pero advirtió que las acciones represivas pueden empañar esa labor y dar pie a un ambiente de discriminación.
La Iglesia también rechazó cualquier discurso de odio o xenofobia, señalando que “el amor de Dios no conoce fronteras” y que la dignidad humana debe ser respetada por encima de cualquier nacionalidad. Un mensaje que encontró eco en diversos sectores sociales.
Ante estas declaraciones, Abinader reiteró que el Gobierno mantiene una política migratoria firme pero respetuosa de los derechos humanos. “Seguimos abiertos al diálogo, pero la realidad nos obliga a actuar con responsabilidad. Haití vive una crisis profunda que desborda nuestras capacidades”, expresó.
El mandatario indicó que aprovechará la buena relación que existe con los representantes de la Iglesia para explicarles de manera directa la magnitud de la situación que vive el país vecino y las razones detrás de las medidas adoptadas por su administración.
Organizaciones de derechos humanos, gremios médicos y sectores empresariales también se han manifestado sobre el tema, algunos apoyando la posición del Episcopado y otros respaldando la necesidad de mantener el control migratorio ante los retos actuales.
Mientras tanto, desde el Gobierno se insiste en que las acciones tomadas no están dirigidas contra un pueblo, sino que buscan garantizar el orden, la seguridad y la sostenibilidad de los servicios públicos en la República Dominicana.
En su pronunciamiento, la CED también se unió al llamado a la comunidad internacional para que intervenga de forma decidida en la crisis haitiana, una solicitud que ha sido reiterada por Abinader en múltiples foros internacionales.
El presidente dominicano ha sostenido en distintas ocasiones que el país no puede cargar solo con el peso del colapso institucional de Haití, y que la solución debe ser encabezada por organismos multilaterales y potencias globales.
A pesar de las diferencias de enfoque, tanto el Gobierno como la Iglesia coinciden en que el respeto a la dignidad humana debe estar en el centro del accionar institucional, y que la estabilidad regional requiere una respuesta urgente y coordinada.
Con este cruce de posturas, se reaviva el debate nacional sobre cómo manejar la migración haitiana, equilibrando la necesidad de control con los principios de humanidad y solidaridad que tradicionalmente han caracterizado a la sociedad dominicana.
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