Ritmo danzario de estilo, música de alto vuelo y nivel internacional, actuaciones resaltantes, escenografía que se apoya en la IA y la creatividad local, actuaciones destacadas, todo en un musical que debe figurar en las papeletas de los premios nacionales del arte junto, a Peter Pan y Celia, el musical
José Rafael Sosa
El musical es la disciplina escénica más compleja entre todos los géneros teatrales, por ser una exigente modalidad artística que compromete a sus intérpretes en tres niveles simultáneos: actuación, canto y coreografía. Los artistas ensayan y ejecutan movimientos firmes y armónicos, muchas veces dentro de grandes masas coreográficas, generalmente enmarcadas en elaboradas escenografías y efectos especiales visualmente demandantes.
A esto se suma una prolongada temporada de ensayos, bajo la guía de directores teatrales, vocales y de danza, quienes —en la práctica— suelen ser pequeños y temibles tiranos erísticos, que exigen más de lo que sus piezas humanas pueden dar.
Para un país como el nuestro, realizar todo ese despliegue técnico y artístico para ofrecer, en el mejor de los casos, seis funciones en dos fines de semana, representa un esfuerzo que no compensa los meses de preparación, ni las arduas labores de búsqueda de patrocinios y apoyos (no siempre exitosos).
El musical es sinónimo de heroísmo artístico y empresarial. Por todo esto, hay que aplaudir a quienes mantienen vivo el entusiasmo por validar el género, asumiendo riesgos, tensiones, y las inestabilidades emocionales y financieras que conlleva su producción.
En República Dominicana, en lo que va de año, se ha presentado ¡Peter Pan! El Musical, en mayo pasado en la Sala Principal del Teatro Nacional Eduardo Brito, y a principios de julio, Celia, el musical, que no vimos por no haber sido invitados y, cuando quisimos adquirir boletas, ya no había disponibilidad.
Un gran espectáculo
Hello, Dolly!, con casi tres horas de duración, es un espectáculo lleno de color, con un vestuario de época exquisito, una escenografía que consagra el uso de inteligencia artificial combinada con notables estructuras físicas, geniales caracterizaciones teatrales a cargo de intérpretes de casi tres generaciones y una sólida base musical filarmónica, bajo la dirección del maestro Dante Cucurullo.
El montaje desborda color, exquisito vestuario de época, escenografía que consagra el uso creativo de la inteligencia artificial y notables caracterizaciones teatrales a cargo de talentos de casi tres generaciones, Hello Dolly ha devenido en escena en ritmo danzario de estilo , música interpretada con intención y nivel internacional, actuaciones resaltantes, escenografía que se apoya en la IA y la creatividad local, actuaciones destacadas, todo en un musical que debe figurar en las papeletas de los premios nacionales del arte junto a Peter Pan y Celia, el musical, con especial mira en Premios Soberano.
Cecilia García da continuidad a una persistente presencia en el género musical, iniciada en 1988 con Evita, y que ha seguido sucesivamente con Víctor Victoria (2005), El beso de la mujer araña, Les Misérables (participación especial), Blanca Nieves (participación especial, 2011), Master Class —donde interpretó a María Callas a partir del libreto de Terrence McNally, El final del arcoíris (2017–2018), en que encarnó a Judy Garland, y La Cenicienta (abril de 2023).
Como Dolly Levi, Cecilia logra inspirarnos, apoyada en la potencia y tersura de su voz, su experiencia actoral y su carisma escénico, llenando el escenario con su rica trayectoria. Su voz resulta tanto admirable como familiar, dentro del marco de una producción internacional de sabor caribeño.
Marcos Malespín-Estévez, arquitecto y fotógrafo con reconocida trayectoria en escenografía y dirección artística para teatro musical y televisión (Hotel Burlesque, La jaula de las locas, La Cenicienta: El Musical y Mamma Mia!), logra —a nuestro modo de ver— su mejor experiencia hasta ahora. Disciplinado y exigente, debe sentirse satisfecho.
Del personal actoral, Carlos Alfredo ofrece la mejor de sus actuaciones en un musical de primer nivel, por su caracterización de una persona envejecida (éxito de maquillaje y vestuario). Javier Grullón, quien desde sus primeras actuaciones proyectaba que llevaría a nuevos niveles su herencia paterna, lo ha logrado con talento teatral, vocal y dancístico.
Es notable el aporte artístico al resultado final de Laura Rivera, exquisita; Axel Mansilla, brillante en cada pase y parlamento; y, en ese mismo nivel, Carolina Jiménez, Roger Manzano, Paula Ferry, Miguel Lendor y Luz García.