Bartolo García
El Gobierno de Estados Unidos anunció la revocación de la visa del presidente de Colombia, Gustavo Petro, tras sus polémicas declaraciones durante una manifestación en Nueva York.
El Departamento de Estado, dirigido por Marco Rubio, calificó las palabras del mandatario como “imprudentes e incendiarias”, asegurando que incitaban a la desobediencia militar y a la violencia.
Petro participó en una multitudinaria protesta contra las acciones de Israel en Gaza, donde pidió a los soldados estadounidenses no acatar órdenes presidenciales que, según él, atentan contra la humanidad.
“Desde aquí, desde Nueva York, le pido a todos los soldados del Ejército de los EE. UU.: no apunten contra la humanidad sus fusiles. ¡Desobedezcan la orden de Trump!”, expresó el mandatario colombiano.
El jefe de Estado también convocó a la comunidad internacional a conformar un “Ejército de la Salvación” en defensa de Palestina, con hombres y mujeres entrenados para enfrentar lo que calificó de “tiranos y fascistas”.
La reacción de Washington fue inmediata. El Departamento de Estado anunció públicamente que cancelará el visado de Petro como medida de represalia.
En Colombia, la decisión generó posiciones encontradas. Sus seguidores defendieron su discurso como un acto de solidaridad con Palestina, mientras que la oposición lo tildó de irresponsable y dañino para las relaciones bilaterales.
Analistas internacionales señalaron que, aunque la revocación de una visa es una medida frecuente contra figuras políticas, resulta inusual aplicarla a un jefe de Estado en ejercicio.
La Cancillería colombiana informó que abrirá un canal de diálogo con Estados Unidos para tratar el asunto y evitar mayores repercusiones diplomáticas.
Organizaciones civiles en América Latina convocaron marchas de apoyo a Petro, mientras que en Estados Unidos algunos sectores celebraron la decisión como una defensa de la institucionalidad militar.
Petro justificó sus declaraciones recordando que el Ejército estadounidense fue clave en la lucha contra el nazismo. “Hoy también la humanidad tiene que alzarse por la sagrada causa de la libertad”, insistió.
El incidente amenaza con tensar aún más la relación entre Bogotá y Washington, tradicionalmente aliados estratégicos en temas de seguridad, comercio y cooperación internacional.
Expertos advierten que el manejo diplomático en los próximos días será decisivo para determinar si este choque se convierte en una crisis mayor o en un episodio pasajero.
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