Por Agustín de la Cruz ( Sugar).
Cualquiera pensaría que tengo una persecución al comunicador y amigo en ultramar Frederick Martínez (El Pacha), pero resulta que no es así, considerando que por lo general, quien te critica desde otra óptica, te quiere y te admira.
El año pasado le critiqué su insistencia junto a una fundación en promover y apadrinar a un género como el urbano que ha demostrado no estar interesado en limpiar sus letras y por el contrario cada vez la mayoría de sus reconocidos y nuevos representantes se inclinan por la vulgaridad.
Si vamos a considerar la popularidad de la música urbana, sobre todo dentro del público barrial que representa el foco de atención de la producción del popular programa «Pégate y Gana con El Pacha», es obvio que se correspondan entre ambos.
Pero resulta que el sábado pasado pude comprobar que El Pacha sigue en su laberinto urbano, a través de un concurso de vulgaridades urbanas que nada le aporta ni a la música, ni a la sociedad, salvo que congraciarse con una minoría que reniega de la buena educación y cultura.
Y me pregunto, ¿será que no se le ocurre o no le es lucrativo a la producción del programa, hacer un paréntesis y brindarle la oportunidad a tantos talentos invisibles de poder salir del anonimato a través de un festival del canto como en tiempos pasados?
Pienso que el efecto rating podría ser igual o mayor, pero que además le estaría sumando a la posibilidad de surgimiento de posibles relevos que tanta falta le hacen a todos nuestros ritmos tradicionales y autóctonos.
Además «El Pacha», se estaría casando con la gloria, si al apadrinar la buena interpretación surge un nuevo Wason Brazoban, un Héctor Acosta, un Luis Vargas o un nuevo José Alberto el Canario.