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“Una persona feliz nunca fantasea; sólo la insatisfecha lo hace”. Esta afirmación de Sigmund Freud está superada en la actualidad, tanto en términos generales como en el ámbito de la sexualidad. En palabras de Antonio Murillo, psicólogo, sexólogo y miembro de la Asociación de Especialistas en Sexología, “las fantasías sexuales como expresión del pensamiento son una de las estrategias que hemos de considerar fundamentales para poder desarrollar una sexualidad completa y equilibrada”.

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En la misma línea, Ángel Luis Guillén, psicólogo sexólogo y director de Psicopartner, afirma que las fantasías sexuales o pensamientos eróticos “son vitales en la sexualidad, ya que actúan como un desencadenante de la excitación sexual y aumentan la probabilidad de mantener las relaciones sexuales”.

Queda, por lo tanto, desterrada la idea de que tener muchas fantasías es sinónimo de insatisfacción sexual. “Todo lo contrario, encontramos que las personas que tienen fantasías sexuales positivas tienen una sexualidad más placentera y gratificante”, precisa Guillén. De hecho, la aparición de fantasías “con una alta diversidad e intensidad denota de manera general una elevada satisfacción sexual. Así, podemos ver que las personas que tienen una diversidad de contenido de fantasías sexuales tienen una mayor capacidad para estimularse sexualmente”. 

Pero no todas las fantasías aportan placer y diversión, sino que algunas “pueden llegar a considerarse negativas, frustrantes o angustiosas”, aclara Murillo. En estos casos, según Guillén, se podría hablar de “pensamientos sexuales negativos que en muchas ocasiones provienen por una mala educación sexual, una falta de entendimiento de la propia sexualidad o una imposibilidad de identificar la fantasía sexual como una fantasía y no como un deseo que hay que llevar a cabo”. 

Contenido de las fantasías y evolución a lo largo de la vida

Los expertos señalan que el contenido de las fantasías sexuales puede ser muy diverso. Estas son algunas de las más habituales:

  • Cambio de pareja. 
     
  • Sexo en grupo.
     
  • Voyerismo.
     
  • Encuentros idílicos.
     
  • Sadomasoquismo.
     
  • Dominación.
     
  • Sumisión.
     
  • Sentirse forzado/a a practicar sexo.
     
  • Estimulación buco-genital.
     
  • Relaciones con alguien imaginario o distinto a la pareja actual.
     
  • Conductas poco habituales o no permitidas.
     
  • Situaciones o lugares vetados.

Hay que tener en cuenta que las fantasías sexuales no son siempre las mismas, sino que cambian a lo largo de la vida de una persona y las personas mayores tienen fantasías sexuales menos frecuentes e intensas.

Fantasías sexuales según el género

Antiguamente se pensaba que la diferencia principal entre géneros, según expone Murillo, “consistía en que los hombres elaboraban fantasías y las mujeres no, ya que su deseo era nulo o escaso (lo que era socialmente aceptado)”. 

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Posteriormente, “se pasó a entender que la diferencia radicaba en la temática, ya que se presuponía que los hombres elaboraban fantasías basadas en prácticas sexuales y las mujeres las centraban exclusivamente en componentes emocionales y románticos”.

En la actualidad se entiende que “no es tanto una cuestión de género, ya que tanto hombres como mujeres recurren a las fantasías para favorecer su respuesta sexual; existen más coincidencias que discrepancias”, concluye Murillo.

En todo caso, el sexólogo considera que pueden percibirse ciertas diferencias entre hombres y mujeres:

  • Las fantasías femeninas tienen un alto contenido emocional, se basan en el proceso de la excitación y en el desarrollo de la propia fantasía. Son más elaboradas, con más detalles.
     
  • Las fantasías masculinas suelen ser más visuales y gráficas. Se centran más en la finalidad de la fantasía que en el proceso de la misma. Son más directas, con menos detalles.

Guillén reconoce también la existencia de diferencias según el género, pero recalca que hay que tener en cuenta que se trata de “datos estadísticos que pueden desvirtuar la diversidad sexual, por lo que es importante no generalizar ni fomentar los clichés”. 

Por otra parte, matiza que el contenido de las fantasías sexuales “es congruente con los normas y roles sociales, existiendo una influencia social respecto a los papeles de género dentro de ellas”. De ahí que aparezca “de forma más frecuente un papel dominante en las fantasías sexuales de los hombres o un elemento pasivo o de sumisión en algunas de las fantasías de las mujeres”. 

Fantasías sexuales de las mujeres

Las temáticas más utilizadas por las mujeres en sus fantasías sexuales, según los distintos estudios que ha consultado Murillo, son:

  • La propia mujer tiene un rol concreto y realiza conductas sexuales que no aparecen en su experiencia real. Normalmente se realizan con su pareja habitual.
     
  • Relaciones sexuales con una pareja diferente a la afectiva.
     
  • Relaciones sexuales forzadas u obligadas.
     
  • Relaciones sexuales con más de una pareja.
     
  • Experiencias sexuales con personas del mismo género.

La preparación de la fantasía femenina es mucho más larga y con una gran variedad, en la que el juego tiene un gran papel”, expone Murillo. “Aparecen sonidos, texturas, olores, sensaciones… y no son tan finalistas como las masculinas, ya que en muchas de ellas, el centro de la excitación no está en la consecución del orgasmo, sino en todo el recorrido contextual fantaseado”. 

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Fantasías sexuales de los hombres

En los hombres, los contenidos más habituales son los siguientes:

  • Sexo grupal (harén).
     
  • Escenas sexuales con mujeres diferentes a la pareja habitual (seductor).
     
  • Evocación de parejas sexuales y/o afectivas anteriores.
     
  • Prácticas homosexuales.
     
  • Prácticas de dominación-sumisión.

La orientación sexual también influye

También se han encontrado diferencias sutiles en el contenido de las fantasías sexuales de las personas heterosexuales y homosexuales. Estas son las más importantes:

Hombres heterosexuales

  • Sustitución de la pareja formal.
     
  • Relación sexual coercitiva con una mujer.
     
  • Observación de la actividad sexual.
     
  • Relaciones homosexuales.
     
  • Experiencias sexuales en grupo.
     

Mujeres heterosexuales

  • Sustitución de la pareja formal.
     
  • Relación sexual coercitiva con un hombre.
     
  • Observación de la actividad sexual.
     
  • Amores idílicos con hombres desconocidos.
     
  • Relaciones lésbicas.
     

Hombres homosexuales

  • Imágenes de la anatomía sexual masculina.
     
  • Relación coercitiva con hombres homosexuales (uno o varios).
     
  • Relación heterosexual con mujeres.
     
  • Amores idílicos con hombres desconocidos.
     
  • Situaciones sexuales de grupo.
     

Mujeres homosexuales

  • Relaciones sexuales coercitivas.
     
  • Relaciones idílicas con la pareja formal.
     
  • Relaciones heterosexuales.
     
  • Evocación de lances sexuales anteriores.
     
  • Imágenes de sadismo.

Diferencia entre fantasías e intereses sexuales

Los sexólogos hacen hincapié en que las fantasías sexuales cumplen su misión independientemente de que en algún momento se conviertan en realidad. “Es importante remarcar que solo actúan como pensamientos eróticos, y no como un indicador de un posible comportamiento futuro”, indica Guillén. “Se puede tener una fantasía sexual específica que no hay una voluntad de que ocurra en la realidad”.

Por ejemplo, hay mujeres que fantasean con una cierta sumisión sexual, “pero eso no implica que quieran llevarlo a la práctica; tan solo es un recurso de la imaginación que provoca excitación sexual”, argumenta el sexólogo. 

No obstante, reconoce que puede resultar positivo llevar a la práctica alguna fantasía, siempre y cuando “sea realmente viable y no afecte de manera negativa a otra persona”.  Según su experiencia, conviene estar seguro: “Es habitual que tengamos pacientes (tanto hombres como mujeres) a los que haber llevado a cabo fantasías sexuales les ha generado problemas en su relación de pareja o en su autoestima. Me refiero, sobre todo, a la realización de sexo en grupo y a abrir la relación sin estar preparado/a a nivel psicológico”.

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