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Los factores de riesgo cardiovascular también incrementan las probabilidades de sufrir la enfermedad de Alzheimer. Por ello, las medidas preventivas que ayudan a reducir los infartos e ictus sirven igualmente para hacer frente a la demencia.

Altice

Los factores de riesgo cardiovascular no solo están relacionados con el infarto, los accidentes cerebrovasculares (ictus) o la enfermedad arterial periférica; también influyen en el desarrollo de Alzheimer y otras demencias. Este vínculo se vuelve más importante con la edad y, según un estudio publicado recientemente en la revista Neurology, estos son los principales factores de riesgo vascular de la demencia (el Alzheimer representa entre el 60 y el 80% de todos los casos) a partir de la quinta década de la vida:

  • 55 añospresión arterial alta y diabetes.
     
  • 65 años: haber sufrido alguna enfermedad cardiovascular (como infarto de miocardio o angina de pecho).
     
  • 70-75 años: diabetes y accidente cerebrovascular.
     
  • 80 años: diabetes, accidente cerebrovascular previo y no tener la presión arterial bajo control farmacológico.

En concreto, el análisis reveló que las personas que padecían diabetes a los 55 años tenían 4 veces más probabilidades de desarrollar demencia que quienes no sufrían dicha enfermedad a esa misma edad.

Asimismo, los individuos con enfermedad cardiaca a los 65 años tenían casi el doble de probabilidades de desarrollar demencia más adelante que los que no tenían ninguna afección del corazón. Los afectados por un ictus a los 70 años veían triplicadas sus posibilidades de tener demencia. 

Así afectan los problemas vasculares al Alzheimer

La relación entre los factores de riesgo cardiovascular y el Alzheimer se conoce desde hace tiempo y en los últimos años se ha afianzado. Así lo corrobora Neus Falgas, neuróloga de la Unidad de Alzheimer y otros trastornos cognitivos del Hospital Clínic de Barcelona, quien ha explicado a CuídatePlus los mecanismos que están detrás de esta conexión.

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La enfermedad de Alzheimer tiene una fisiopatología concreta, es decir, unos procesos específicos que la desencadenan. “Se sabe que hay dos proteínas, beta amiloide y tau, que se empiezan a depositar en el cerebro”, indica la especialista. “Se desconoce cuál es el mecanismo inicial que está detrás del mal funcionamiento de estas proteínas en el cerebro, pero está claro que las neuronas empiezan a fallar cuando se acumulan, la comunicación neuronal se deteriora y es entonces cuando comienza el proceso de neurodegeneración, que puede desarrollarse durante muchos años hasta que aparecen los síntomas”.

En todo ese proceso, ¿qué papel juegan la hipertensión arterial, el colesterol elevado o la diabetes? Los factores de riesgo cardiovascular debilitan las arterias de todo el cuerpo. “Las arterias llevan el oxígeno y el alimento a los tejidos, tanto del corazón como del cerebro y el resto de órganos”, apunta Falgas. “Y si el cerebro no está bien oxigenado y alimentado, el tejido cerebral es más débil”. Así, el cerebro está peor preparado “para combatir cualquier alteración o depósito de proteínas anómalo que tenga lugar en él”.

Además, es un proceso bidireccional, ya que los problemas vasculares no solo elevan el riesgo de Alzheimer, sino que, en las personas que ya padecen la enfermedad de Alzheimer, se incrementa el riesgo de ictus porque las proteínas que se acumulan se depositan también en las arterias cerebrales, debilitándolas más.  

Factores de riesgo vascular (y no vascular) del Alzheimer

Estos son los factores de riesgo cardiovascular que incrementan el riesgo de Alzheimer y otras demencias:

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Hay otros factores de riesgo no cardiovasculares que, al igual que los anteriores, son modificables (algunos en menor medida):

  • Aislamiento social.
     
  • Depresión.
     
  • Bajo nivel educativo.
     
  • Mala audición.
     
  • Otros.

En el Alzheimer juegan un papel determinante estos factores de riesgo no modificables:

  • La edad, que es el principal factor de riesgo. Con el envejecimiento se incrementa el riesgo de tener la enfermedad, especialmente a partir de los 65 años.
     
  • El sexo femenino. 2 de cada 3 enfermos de Alzheimer son mujeres.
     
  • Antecedentes familiares. “Excepto en casos muy excepcionales, la enfermedad de Alzheimer no es genética, es decir, no se transmite de padres a hijos”, afirma Falgas. Sin embargo, como en muchas otras enfermedades, si hay muchos casos de Alzheimer en una misma familia, especialmente en edades tempranas, crecen las probabilidades de sufrirla.

Cómo prevenir el Alzheimer

La existencia de factores de riesgo no modificables impide prevenir el Alzheimer en un alto porcentaje de los casos, pero el margen de acción es mucho más amplio de lo que se suele considerar. Dada la gran influencia de los factores de riesgo cardiovascular, los consejos para evitar el infarto, el ictus o la enfermedad arterial periférica sirven también para reducir las probabilidades de sufrir Alzheimer, a las que los neurólogos añaden otras recomendaciones más específicas:

  • Hacer ejercicio físico de forma habitual. Caminar una hora al día puede ser suficiente.
     
  • No fumar.
     
  • No beber en exceso.
     
  • Alimentación equilibrada, a ser posible basada en la dieta mediterránea.
  • Mantenerse activo mentalmente.
     
  • Tener una vida social activa
     
  • Dormir bien, ya que durante el sueño el cerebro lleva a cabo un proceso depurativo que ayuda a fortalecer las neuronas y los circuitos neuronales.
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