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Un ciudadano no puede aspirar a ningún cargo electivo si no tiene dinero para comprar la voluntad popular, salvo contadas excepciones. Las candidaturas cuestan mucho. Primero hay que ganar internamente, lo cual tiene un costo, luego hay que ganar externamente, lo cual también tiene un costo, cada vez más alto. Aspirantes a regidores, alcaldes, diputados y senadores tienen que buscar millones de pesos para imponerse en sus respectivos partidos. Para obtener la curul, la alcaldía o la regiduría hay que disponer de cinco, diez, veinte, treinta o 40 millones, lo que no logrará con el salario de cuatro años. y para lograr la presidencia de la República hay que buscar una montaña de dinero, ¡hasta mil millones de pesos! ¡Una locura!  ¡Hay que reducir sustancialmente el costo de la campaña electoral!

Altice

El “voto preferencial”, lejos de abrirle las puertas a los ciudadanos correctos, se las cierra. El que no tiene dinero, no puede ser candidato y mucho menos ganar las elecciones, no importa su militancia partidaria, ni los méritos políticos y sociales que tenga. ¡Don dinero manda! ¿Y quienes tienen el dinero para ganar o para hacer que otros ganen? Empresarios, grupos económicos determinados, y gente vinculada al bajo mundo; verbigracia, narcotráfico, lavado de activo, juego de azar, corrupción gubernamental, evasión de impuestos, contrabando, etc.

Cito un ejemplo: Durante la campaña pasada propuse en varias ocasiones al doctor Eddy de Jesús Olivares Ortega como senador del Gran Santo Domingo donde reside desde que llegó de San Francisco de Macorís, hace muchos años y donde ha creado un sólido liderazgo en base a su trabajo y honradez. Eddy fue secretario general del Ayuntamiento del Distrito cuando no se había producido la división territorial; durante el gobierno de Hipólito Mejía fue fiscal, el primero de esa zona, más adelante, durante diez años, miembro del Pleno de la Junta Central Electoral, demostrando siempre capacidad, apego al trabajo y honestidad. Con todas sus cualidades no pudo ser candidato a senador, fundamentalmente porque no tenía recursos económicos para enfrentar la poderosa maquinaria del PLD. Como Olivares hay muchos otros que no fueron postulados o que no ganaron las elecciones.

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En los partidos del sistema no hay un cedazo, cualquier persona, no importa su procedencia, puede ser miembro, incluso dirigente. Nadie tiene que presentar un currículo que hable de su capacidad académica, de su participación social, de su historia como persona, etc. Gracias a esa tolerancia, a la degradación de la militancia partidaria, que nadie investiga nada ni a nadie, los partidos han permitido que delincuentes, lavadores, narcotraficantes, usureros, “banqueros” (riferos) “compren” candidaturas y se instalen en los ayuntamientos y el congreso para buscar protección oficial.

En estos días una persona como Hugo Tolentino Dipp no hubiera ganado una diputación. Es más, ni siquiera sería candidato. Y ni pensar en que llegara a presidente del hemiciclo, como lo hizo. Quiere decir, que el voto preferencial, lejos de hacerle bien a la democracia, de fortalecerla, la ha degradado. ¿Saben ustedes cuántos regidores, alcaldes, diputados y senadores ocupan posiciones en los ayuntamientos, en la cámara de diputados y el senado? Más de lo que la gente se imagina.

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Eliminar el voto preferencial, como proponen algunos sectores, debe ser estudiado y analizado muy bien antes de tomar una decisión, ya sea a favor o en contra. No estoy convencido de volver a las” listas” de los partidos y sus lideres. No creo que tengan la calidad; ni que debamos darle esa prerrogativa, ese poder no puede estar en sus manos.  La clase política dominicana está demasiado desacreditada. Pero algo hay que hacer para que los ciudadanos honrados y honorables puedan llegar a las regidurías, los ayuntamientos y el Congreso sin tener que invertir tanto dinero.  debemos evitar que un narcotraficante o miembro del “bajo mundo”, aunque use “saco y corbata”, se nos cuele y se convierta en presidente de la República. Hay que fortalecer el sistema electoral, el sistema de partido y la democracia, evitando que el voto preferencial compre la voluntad popular. El dinero no puede seguir siendo un factor que determine quién gana y quien pierde las elecciones, pues entonces la democracia pierde su esencia. Es por eso que el país debe darse lo antes posible una buena ley de partidos políticos y de régimen electoral que corrija los entuertos del pasado reciente.

Por JUAN T H

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