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El morbo en esencia es una enfermedad que lleva a los seres humanos, a tener un comportamiento cruel y malsano, sintiendo placer cuando lo hace. El morboso como resultado de su mente enfermiza, deja todo lo importante de su vida, cuando algo inmediato lo deja impactado, para comenzar a crear todo tipo de hipótesis.

Altice

Cuando el morbo es en pequeña escala, podría ser inofensivo y hasta tener salidas humorísticas, pero cuando se convierte en un estilo de vida para una persona, podríamos decir que estamos frente a un ser humano, dañino y perverso. El morbo como filosofía de vida, acerca a esa persona al trastorno de la sociopatía y al mundo del sadismo.

El morbo, aunque ocurre en todos los niveles de la sociedad, donde más resalta es en la política, por lo que siempre lo vemos escoltados por sus primos hermanos, el chisme y el populismo. Quien no comprenda esta realidad, le recomiendo que ni por casualidad, piense en entrar a ese maravilloso mundo de la política y el Estado.

Desde que alguien ocupa una posición electiva o como funcionario, ya es etiquetado por el morbo, como un corrupto y un ladrón. Esa persona que quizás vivía tranquilo o dedicado a actividades privadas jamás volverá a experimentar paz mental, ya que su vida será monitoreada, su privacidad desaparecerá y comenzará a ser un ente cuya reputación andará de boca en boca, como dice el refrán popular.

No importa lo que esa persona, ahora político o funcionario haga en beneficio de los demás, siempre será considerado por los morbosos como un corrupto. Ese ejército de mentes enfermizas le estará dando seguimiento, buscando cualquier pretexto para desacreditarlo.

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Esto no quiere decir que entre los políticos no haya corruptos, los hay y muchos, en todos los partidos, pero también en toda la sociedad. Aunque para los morbosos esto no es lo más importante, porque si se benefician de la corrupción callan y sólo ponen a correr los rumores e intrigas, cuando no son beneficiados de esas acciones dolosas.

En los últimos tiempos he notado cómo determinados sectores, han puesto en movimiento a todos los niveles, su maquinaria de difamación, para tratar de fusilar moralmente a quienes hayan decidido abandonar la organización política que pertenecían. Los cuales antes de renunciar eran muy buenos, excelentes compañeros, valiosos y abnegados, pero ahora son parias, que se vendieron por dinero o posiciones.

En las últimas semanas he notado un movimiento muy activo en los morbosos, ya que de inmediato alguien renuncia, empiezan a difundir informaciones de todo lo que le van a dar, buscando de esta manera poner en tela de juicio su moral. Lo sorprendente es no sólo que lo digan, sino con la seguridad con que lo hacen, pareciendo tener un máster de actuación en teatro.

Soy de opinión que los morbosos y sus patrocinadores, en vez de intentar desacreditar renunciantes, lo que deben es observar las razones que están produciendo tantas deserciones. Si no conocen la historia, les invito a que investiguen las razones que llevaron a las dos organizaciones más grandes del sistema en un momento, PRD y PRSC, a convertirse en simples siglas.

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La vida está sustentada en la dialéctica, las cosas no ocurren por casualidad, sino que tienen una causa interna que impulsa esos cambios. Dedíquenle un poco al estudio y análisis científico, sobre las causas que provocan que organizaciones poderosas, disminuyan sustancialmente su membresía, ya que además de los ejemplos que tenemos en el País, existen muchos en América Latina y el mundo.

El humilde consejo que podría darle, es que dejen de buscar culpables y levantar la bandera del morbo, dedicándose en cambio a reflexionar e ir a las raíces del mal. Si hacen eso podrían tener un poco de luz, para escoger el camino de la rectificación y quizás hacer como el ave Fénix.

Quiero aclarar que mi caso no tiene nada que ver con esta situación, porque hasta el día de hoy no he sido víctima de esa campaña negativa, aunque si lo estoy observando en otras personas que han tomado la decisión de abandonar una organización. Me indigna por solidaridad, porque conozco de su trayectoria intachable y su militancia de décadas al servicio de una causa que consideraban justa.

A mis queridos morbosos, de despedida les quiero dar un cariñito especial, al decirles que, si mi intención hubiera sido la de hacer algún daño, la forma de salida hubiera sido otra. Sencillamente, en vez de una simple carta de renuncia sin exponer las razones, hubiera optado por un espectáculo muy vistoso, colorido y concurrido. De eso pueden estar seguros.

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