Por Erika Domínguez, Directora de Planeación Estratégica de KIO Networks
Detrás de la innovación hay una máxima: “equivócate bien, equivócate rápido” y China es un ejemplo de cómo llevarlo a la práctica en Inteligencia Artificial (IA), impulsada por tres factores clave: está aprendiendo –muy rápido- en la adopción de nuevas tendencias tecnológicas, tiene un amplio mercado para implementar soluciones y acceso a una enorme cantidad de datos.
¿Cómo se ve la relación entre estos tres elementos? Empecemos con la decisión de instalar unos doscientos millones de cámaras con reconocimiento facial, en ciertas ciudades del país, las cuales generan información de datos y patrones sobre el comportamiento de la población.
Cada acción de los ciudadanos implicó una trazabilidad digital y a su vez, una premiación o restricción que norma el acceso de servicios: desde la velocidad de interconexión, la posibilidad de estudiar en ciertas universidades, hasta poder comprar un pasaje de tren o avión.
La población china es una gran entusiasta tecnológica, en especial en el uso de teléfonos inteligentes, lo que, a su vez, implica amplificar el mercado para probar soluciones a problemas muy concretos: banca móvil, pagos digitales, soluciones de movilidad urbana, por mencionar algunas.
Es cierto, no todas las startups chinas han sido un éxito en su campo, pero han aprendido de los fracasos o fallas de su modelo. Además, hay una visión específica de fomentar el sector. En 2017, el gobierno de China publicó su “Plan de Desarrollo de Siguiente Generación de Inteligencia Artificial”, cuya meta principal es alcanzar liderazgo global en esta tecnología en el año 2030.
La innovación, el apoyo del gobierno y la constante “prueba y error”, hacen que China se mantenga a la vanguardia, aunado a esto, existe el factor poblacional: actualmente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) calcula que el mercado chino se conforma por 1,400 millones de habitantes -19% de la población mundial- lo que significa una capacidad enorme de producción y aprovechamiento de datos.
Este empuje no ha pasado desapercibido, especialmente por Estados Unidos, el otro gran jugador del mercado y pionero del tema, cuyo liderazgo es visible tanto en el campo empresarial como en el académico.
Actualmente, el país norteamericano está en el boom de grandes implementaciones que facilitan la vida del ser humano, desde aplicaciones en el celular para realizar compras de productos hasta asistentes virtuales que conocen los gustos y aficiones del usuario a través de la Inteligencia Artificial; todas enfocadas a atender necesidades inmediatas.
Si bien ambos países se disputan el liderazgo, también conllevan varias lecciones:
Adaptabilidad. Cada vez es más claro que los negocios que prevalezcan serán aquellos que estén dispuestos a entender el cambio y actuar en consecuencia.
Gestión de talento. El desarrollo de la Inteligencia Artificial no sólo requiere de grandes cantidades de datos. Necesita enfoque y talento para poder desarrollar e implementar soluciones dirigidas a resolver, hacer más eficientes o más accesibles aspectos muy concretos de la vida cotidiana.
Creatividad. La innovación es uno de los resultados de la creatividad. Instituciones, empresas y organismos necesitan empoderar al talento para poder desarrollar un enfoque sostenible y de alto impacto en beneficio de la sociedad.
Aún es pronto para definir en qué idioma se hablará la IA, aunque ya hay grandes avances y desarrollos, los alcances de las tecnologías aún son un enigma; lo que es seguro es que no será un tema de suerte, sino de toma de decisiones oportunas para hacer más eficientes los recursos como la imaginación, uno de los más renovables y sociales que tenemos.