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La utilización de filtros que se aplican a las fotografías para ‘embellecer’ el rostro o el cuerpo pueden llevar a muchas personas a obsesionarse con su ‘yo perfecto’. Hay individuos especialmente predispuestos.

Altice

En los últimos años ha aumentado considerablemente la cantidad y variedad de redes sociales y con ellas los filtros que hacen que podamos retocar cualquier foto. Quitar a personas del paisaje, poner el mar más azul y por supuesto modificar nuestra cara y nuestro cuerpo añadiendo estrellitas y luces o bien eliminando o modificando alguna parte que nos gusta menos.

Están a la orden del día los filtros que embellecen aumentando el tamaño de los ojos, alargando las pestañas, afinando la nariz, creando labios y pómulos prominentes, etc. En cuanto al cuerpo, también los filtros pueden conseguir una apariencia de un cuerpo normativamente perfecto, alargando piernas, afinando la cintura, aumentando el bronceado o cambiando tamaño de los músculos en función de nuestros gustos.

Cada vez en más entrevistas, los cirujanos plásticos afirman que se ha dado un aumento de peticiones solicitando parecerse a las propias fotos de las personas con los filtros. Tanto es así, que un cirujano de Reino Unido, acuñó el término Dismorfia de snapchat precisamente para referirse a esta tendencia y posible patología causada por la influencia de los filtros en las fotos del propio cuerpo.

Obsesión por supuestos defectos corporales

Parece inevitable compararse con el yo ideal retocado con filtros, que persiguen una simetría perfecta y unas facciones poco ajustadas con la realidad. Al realizar la comparación, hay personas que tienden a obsesionarse con esa parte de su cuerpo o cara que no les gusta, generando complejos que quizá antes no existían y pudiendo incluso llegar a padecer un trastorno dismórfico corporal, caracterizado por una preocupación notable por al menos un defecto aparente que está causando malestar.

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Además, existe la probabilidad de sufrir otras consecuencias psicológicas como disminución del estado de ánimo, baja autoestima, reducción de la actividad, inapetencia por realizar actividades o aislamiento al no querer relacionarte con personas en la vida real. Estos síntomas podrían derivar en trastornos más graves como el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), la ansiedad, trastornos alimentarios o depresión.

Los adolescentes, población más vulnerable

Los/las adolescentes son la población más vulnerable a este tipo de consecuencias, debido a que son los que más usan las redes sociales y además están en proceso de formación de identidad, la cual está influida por el contexto social y el entorno. Dentro de esta construcción de la identidad encontramos la construcción de la imagen corporal, que se entiende como “La representación del cuerpo que cada persona construye en su mente y la vivencia que tiene del propio cuerpo”.

En la adolescencia, además, se suelen tener criterios idealizados sobre el atractivo y la belleza física, y las relaciones interpersonales están especialmente guiadas por estos conceptos. Cuentan con la llamada “audiencia imaginaria” con una sensación de que la gente les mira y se fijan en ellos/as. Esto potencia la importancia que le dan a su imagen en las redes sociales y con ello la aceptación y aprobación percibida a través de los likes y los comentarios y elogios recibidos en esa foto. Esto puede determinar directamente su estado de ánimo y llevar a cuestionar su valía y autoconcepto con el peligro que ello conlleva.

Si esta imagen corporal, está influida por el contexto social, en la era de la tecnología que el acceso a los prototipos y cánones de belleza es mucho más rápido y sencillo, esta influencia genera un poder aún mayor. La discrepancia entre el cuerpo que poseemos y el ideal que se muestra en la sociedad sientan las bases para la insatisfacción corporal.

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Las personas se pueden acostumbrar a mostrar una imagen de ellas mismas que no corresponde con la realidad, tapando esas partes de su cuerpo que para ellas suponen un defecto o modificando las que les acomplejan. El problema viene, cuando se tienen que enfrentar a su verdadera imagen mirándose al espejo o saliendo a la calle y relacionándose con el mundo.

Mujeres y baja autoestima

Se ha comprobado que la insatisfacción provocada por esta discrepancia entre el ideal físico promovido por las redes sociales o la cultura en la que vivimos y la propia imagen corporal afecta más a la población femenina.

Las personas con baja autoestima tienden a socializar más a través de las redes sociales y a medida que lo hacen su aislamiento a nivel social también tiende a aumentar, entrando en un círculo de dependencia y generando menos vínculos afectivos.

Es importante resaltar que poco a poco se va tomando conciencia de los peligros de los filtros y de cómo su uso puede afectar psicológicamente a las personas, dañando la autoestima y por tanto la salud mental. De hecho, algunas marcas se niegan a promocionar sus productos si estos van asociados al uso de filtros y retoques e incluso la red social Instagram planteó eliminar los filtros que marquen un estándar de belleza, aunque estas medidas y regulación todavía no están vigentes en todos los países.

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