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El dominicano Carlos Montalvo Vásquez, profesor de la Universidad del Sur de Alabama, de Estados Unidos, trascendió la semana pasada al formar parte de la misión “Marte 2020”, a través de la cual la Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio (NASA) logró aterrizar el quinto vehículo de exploración en el planeta Marte, el pasado jueves.

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Montalvo Vásquez, doctor en ingeniería mecánica aeroespacial, tuvo una participación activa en el envío a Marte del robot Perseverance, que aterrizó en ese planeta el 18 de este mes de febrero.
El científico presenció el aterrizaje con su esposa y sus tres hijos.
«Podía sentir el suspenso como si estuviera como a un metro de mi televisor simplemente viendo la transmisión de telemetría», dijo Montalvo a la cadena regional de televisión Fox Canal 10.


Sobre los resultados que espera obtener del proyecto afirmó que, por el momento, está en fase exploratoria.
Empero, indicó que podría significar un paso más para el aterrizaje del hombre en Marte.
“Es para obtener más datos y protocolo en este punto. Pero pinta una imagen de que hay más de esto por venir, más lanzamientos, más satélites, más exploración y es realmente emocionante ver esto de primera mano”, resaltó el profesor .

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El aterrizaje
La primera señal del aterrizaje se recibió en la estación de Robledo de Chavela, cerca de Madrid, que forma parte de la Red de Espacio Profundo (DSN) de la NASA.
Perseverance fue anzado el 30 de julio con la misión principal de buscar rastros de vida pasada, que pudo prosperar en el ambiente húmedo que el planeta registró hace miles de millones de años.
Diecisiete minutos antes del aterrizaje, la parte de la nave espacial en la que voló Perseverance desde la Tierra, se separó de la cápsula de entrada.
Los ‘siete minutos de terror’ empezaron cuando la nave entró en la atmósfera marciana a unos 19,500 kilómetros por hora.

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Un minuto más tarde, la fricción de la atmósfera calentaba la parte inferior de la nave espacial a temperaturas de hasta 1,300 grados Celsius.
Tres minutos antes del aterrizaje, la nave desplegó su paracaídas a velocidad supersónica y 20 segundos más tarde la cápsula de entrada se desprendió del escudo térmico. Esto permitió al “rover” usar un radar para determinar la distancia al suelo y emplear su tecnología de navegación relativa al terreno para encontrar un lugar de aterrizaje seguro.


Solo un minuto antes de tocar la superficie se desprendió la mitad trasera de la cápsula sujeta al paracaídas.
La estructura que envuelve al explorador activó sus retrocohetes para reducir velocidad, y dejó caer el rover con correas de nailon sujetas a una grúa. Así, el vehículo llegó al suelo de Marte a las 20.55 UTC a apenas 2,7 kilómetros por hora.

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