Dietas y más dietas. De todo tipo y condición. Planes nutricionales para todos los gustos a los que, movidos por la mala conciencia del atracón, nos abandonamos tras cada período vacacional. Y cada año, sin éxito. Pero esto no solo ocurre en las fechas posteriores al verano o a la Navidad. También, en las previas.
La mal llamada ‘operación bikini’ es buen ejemplo (despropósito de nombre; con su buena dosis de presión social, por supuesto solo para las mujeres). Pero también ocurre con el período previo a la Navidad. Aquello de “como sé que en las fiestas voy a pasarme, voy a intentar al menos llegar con algo menos de peso para compensar”…
De entrada, como concepto, esto ya es un error. Sabemos de sobra que, si seguimos una alimentación saludable durante todo el año, no pasa nada por cometer algún exceso en las fechas señaladas y luego volver a los buenos hábitos de alimentación. El problema llega cuando esas ‘fechas señaladas’ (Navidad, Finde Año y Reyes) se traducen en realidad en más de dos semanas comiendo cosas insanas sin ningún tipo de control de forma continuada. Y es precisamente esto lo que debemos intentar evitar.
No obstante, si crees que hacerlo no va a resultar fácil (seamos honestos: no lo es) y aún así has tomado la decisión de, estas semanas previas a la Navidad, prestar mucha atención a lo que comes pensando en esos atracones venideros, hay una cosa que resulta imprescindible descartar: caer en la tención de ‘entregarnos’ a alguna dieta milagro.
Hacerlo es difícil porque siempre prometen exactamente lo que estamos buscando, esto es, perder mucho peso en poco tiempo. Pero (esto también lo sabemos de sobra), al final nunca sale bien.
El problema a veces es que estas dietas no siempre son tan fáciles de reconocer. Algunas sí que son muy obvias (“pásate el día comiendo únicamente alcachofas” y barbaridades similares), pero otras cuentan detrás con campañas de publicidad y marketing tan bien diseñadas que pueden ‘atraparte’ sin que casi te des cuenta. Estas son algunas pistas a tener en cuenta para identificarlas y, en cuanto lo hagas… ¡salir corriendo!
SI SUENA MUY BONITO, SEGURAMENTE ES MENTIRA
Hay una norma infalible para detectar una dieta milagro en cuestión de segundos. “Si lo que promete suena demasiado bonito, es muy probable que sea mentira”. Tenemos ganas de creer. Y precisamente de esos se sirven no pocos ‘gurús’ y estafadores. Pero bajar kilos de forma rápida y sin esfuerzo es prácticamente imposible, y absolutamente desaconsejable para la salud. En el mejor de los casos, recuperarás el peso con la misma rapidez que lo has perdido, sino más, debido al efecto rebote.
‘GUERRA’ A CIERTOS GRUPOS DE ALIMENTOS
Otra pista eficaz para detectar una dieta milagro es aquellas que demonizan un grupo concreto de nutrientes («las grasas son el demonio»; u «olvídate por completo de los hidratos de carbono») y que conceden proceden ‘proezas mágicas’ a otro («las proteínas son el único camino para perder peso»…).
TODO EL DÍA CONTANDO CALORÍAS
Tampoco será una dieta saludable si te obliga a contar permanentemente calorías, y da o quita valor a los alimentos únicamente por este parámetro. Y es que existen productos que, siendo prácticamente acalóricos (caso de los refrescos ‘light’), no tienen ningún interés nutricional, mientras que alimentos como los frutos secos o el aceite de oliva tienen un alto poder calórico y aún así son perfectamente válidos para su inclusión en una dieta enfocada a la pérdida de peso.
MÉTODOS EXTRAVAGANTES SIN EVIDENCIA CIENTÍFICA
¿Y si la dieta suena demasiado creativa u original? Dietas en función de tu grupo sanguíneo, en función del color de los alimentos… ahí también deben sonarte todas las alarmas, así que ¡presta atención!
¿SUSTITUTOS DE COMIDA REAL? ¡NO, GRACIAS!
También es muy probable que estemos frente a una dieta milagro cuando, quien la promueve, basa su método en el consumo de ‘preparados’ (sean batidos, cremas, zumos detox…) que, además innecesarios, resultan carísimos.
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