Bartolo García
La Embajada de Estados Unidos en Haití fue cerrada este lunes como medida de emergencia ante los intensos tiroteos registrados en los alrededores del barrio de Tabarre, en Puerto Príncipe. La situación obligó al confinamiento inmediato de todo el personal dentro del recinto diplomático.
La decisión fue comunicada por el Departamento de Estado a través de la red social X (antes Twitter), en un mensaje de alerta dirigido tanto al personal diplomático como a la población local, recomendando evitar la zona por razones de seguridad.
Tabarre, la zona afectada, se encuentra al noreste de la capital haitiana y muy próxima al aeropuerto, lo que agrava el nivel de riesgo al tratarse de un punto estratégico y de tránsito constante.
La violencia en Haití, alimentada por bandas armadas que han tomado control de vastas zonas del país, ha alcanzado niveles sin precedentes en los últimos meses. Según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, más de 3,100 personas han sido asesinadas en el primer semestre de 2025.
El cierre de la embajada estadounidense ocurre en un contexto de creciente inestabilidad institucional. Haití es gobernado por estructuras de transición que no han logrado restablecer el orden desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021.
La misión internacional de apoyo a la seguridad, encabezada por Kenia y con respaldo de Naciones Unidas, no ha logrado frenar la espiral de violencia. Los enfrentamientos entre bandas, ejecuciones extrajudiciales y secuestros se han convertido en parte de la vida diaria.
Desde la perspectiva humanitaria, las alarmas también están encendidas. El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) advirtió que Haití se encuentra al borde de un “colapso humanitario” debido al crecimiento descontrolado de la violencia y la falta de respuesta institucional.
Marisela Silva Chau, jefa de la delegación del CICR en Haití, declaró desde Ginebra que “casi toda la capital está bajo control de grupos armados”. En caso de que el conflicto escale aún más, “la población ya no tendrá adónde huir”.
El cierre de la embajada estadounidense no solo representa un golpe a la cooperación diplomática, sino que también limita los servicios consulares, las ayudas humanitarias y los procesos migratorios para miles de ciudadanos haitianos.
La tensión entre la necesidad de ayuda internacional y la falta de condiciones de seguridad para su ejecución plantea un desafío sin precedentes para la comunidad internacional, que observa con creciente preocupación la situación haitiana.
Mientras tanto, los haitianos viven atrapados entre la violencia diaria, la ausencia de un gobierno efectivo y la falta de servicios básicos, incluyendo acceso seguro a alimentos, salud y educación.
La comunidad internacional ha prometido ayuda, pero el cierre de la embajada de EE. UU. es un recordatorio de que la seguridad es una condición imprescindible para cualquier acción concreta.
Los próximos días serán cruciales para determinar si la misión internacional logra estabilizar el país o si Haití cae aún más en una crisis de consecuencias regionales.
Con información de AFP
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