La vagina contiene un ecosistema muy dinámico y delicado que consta de un equilibrio entre las bacterias, el PH y la humedad. Debido a ello, suele ser susceptible y variar en muchas ocasiones, debido a todos los cambios que se producen a nivel interno o externo, en relación al cuerpo de cada mujer.
Los tipos de flujo vaginal son varios y se modifican a lo largo de todo el ciclo menstrual femenino. Esto sucede porque las hormonas juegan un papel fundamental en su apariencia, consistencia y volumen. Por otro lado, también puede verse modificado a causa de la excitación de la mujer y durante el embarazo.
Cuando hablamos de un flujo vaginal normal nos referimos a su tipo de secreción, volumen y olor. En el caso de la secreción, la misma suele variar al inicio del ciclo menstrual, siendo seca y pegajosa. Durante la mitad del ciclo aparece cremosa y de color blanquecino, y al finalizar, se presenta como una clara de huevo, elástica y húmeda.
Con respecto a un volumen normal, el flujo normal también varía desde principio del ciclo menstrual hasta el final, siendo en la última instancia, menos voluminoso y apareciendo en menor cantidad. Por otro lado, en los momentos de excitación, el flujo se vuelve con mayor volumen y su secreción es abundante.
En lo que a olor respecta, el flujo vaginal normal es inodoro o puede estar acompañado por un suave olor. Esto sucede porque puede venir acompañado de la orina o de la menstruación. En casos contrarios, donde el flujo se encuentre con mayor volumen, colores que no sean blancos o claros y mal olor, es cuando se debe consultar al médico, porque puede existir algún tipo de infección.