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Por JUAN T H

Altice

El estudio de la “cohesión social” en el mundo es relativamente nuevo comparado con la historia de la humanidad que data de millones de años. sin embargo el fenómeno ha sido ampliamente estudiado desde hace más de un siglo por psicólogos, psiquiatras, sociólogos, economistas, antropólogos, entre otros, contribuyendo con la definición y aplicación del término de manera científica, principalmente en Europa.

Una sociedad está integrada por individuos  unidos por el lenguaje, la religión, el territorio, el tiempo y la economía en un marco jurídico aceptado por todos que permite el avance social y el desarrollo. La cohesión está determinada por la equidad en la distribución de la riqueza, el respeto a los valores éticos y morales que la sustentan. No puede haber equidad  en una sociedad disgregada, dispersa, sin respeto a las normas previamente establecida, sin una ética de comportamiento, etc.

La democracia no puede ser sólo para un grupo de familias adineradas que adquieren en el 60 o el 70%, incluso el 80 y hasta el 90% de las riquezas de un país. Es una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento creando una crisis de gobernabilidad y de estabilidad de consecuencias incalculables. Como ha dicho el Premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz, el uno por  ciento de la población mundial tiene lo que necesita el otro 99%.

La profesora Adela Cortina, de la universidad de Valencia, que tiene años estudiando el fenómeno de la confianza y la credibilidad sostiene que “los seres humanos somos animales sociales, cooperativos por naturaleza porque necesitamos de los demás para garantizar nuestro bienestar y atender a nuestras necesidades básicas y socio-afectivas. Pero para esto la confianza es imprescindible. En el ámbito de la cooperación no se puede ser egoísta, hay que establecer un vínculo con los otros y tratar de ver qué necesitan, rebajar las aspiraciones propias y llegar a un consenso”.

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Un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo establece que en la República Dominicana nueve, de cada diez personas desconfía del otro. Hay países en Europa donde el 98% confía en los demás, lo cual garantiza unidad y cohesión social, marcos fundamentales para el desarrollo.

 En América Latina y el Caribe está lejos de una cohesión social, incluso en aquellos que como Chile, han logrado determinado avance. En nuestro país la distancia sigue siendo abismal. El fenómeno no ha sido estudiado y las clases sociales que tienen el control del aparato productivo y de la estructura política del Estado no les interesa propiciar un marco de equidad económica, política y  social. Al contrario, se trata de un grupo de rentistas al que solo le interesa acumular cada vez más riqueza sin importarle la pobreza extrema en la que aún se encuentra una buena parte de la población.

Los pequeños países centroamericanos y caribeños (Cuba, Jamaica, Puerto Rico, Honduras, El Salvador, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y República Dominicana, entre otros) han debido seguir el ejemplo de Europa fortaleciendo sus instituciones, su unidad económica, política y social para crear una cohesión social aglutinadora, participativa, no excluyente. Pero no ha sido de ese modo. A pesar de los débiles esfuerzos que se han hecho, siguen muy distanciados unos de otros.

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No puede -insisto- haber cohesión social en un país como la República Dominicana donde nadie confía en nadie, donde nadie respeta a nadie ni a nada, donde la Constitución y las leyes son letras muertas, sin un régimen de consecuencias, con una democracia caricaturesca que sirve para sostener en el poder de manera legitima a los mismos de siempre. Para que haya cohesión social tiene que haber equidad en la distribución de la riqueza, disminución de la pobreza y la marginalidad, educación para todos, no una para ricos y otra para pobres. Pero las “clases políticas” están ocupadas en la cotidianidad del poder, no en la elaboración de una estrategia para el desarrollo a corto, mediano y largo plazo. La inmediatez, la improvisación y la falta de planificación, priman en la mentalidad de nuestros lideres.

No es casual la brecha, cada vez mayor, científica y tecnológica, que separa a los países desarrollados de los países subdesarrollados; unos han logrado cohesionarse, es decir, unirse en la búsqueda de objetivos comunes para mejorar sus condiciones de existencia prolongando la vida y el bienestar, y los otros, dispersos, sin unidad social y sin objetivos claramente definidos. (Y así no hay Toro que llegue a Buey)

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El Jacaguero es una fuente de noticias en línea que se especializa en brindar a sus lectores las últimas novedades sobre la República Dominicana.

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